José María Marco

Oportunismo suicida

El Tribunal Constitucional ha respaldado la decisión del Gobierno balear destinada a evitar la discriminación del castellano en las islas, sin discriminar el catalán. Mientras, continúa la huelga política de los sindicatos contra el Gobierno de Bauzá. La acción de éste va encaminada a promover el aprendizaje, en igualdad de condiciones, del catalán y el castellano, y a promover en lo posible el aprendizaje del inglés. La nueva regulación respeta el pluralismo de la sociedad balear e intenta aprovechar las oportunidades que se abren para una economía tan abierta y globalizada como la de las islas.

La política de Bauzá es de puro sentido común y cumple el programa por el que recibió un respaldo mayoritario en las últimas elecciones. Habrá alternativas, sin duda, porque en política siempre las hay, pero estas no tendrían por qué dar pie a una huelga que dura ya tres semanas y tiene secuestrados a los estudiantes de la enseñanza pública de las islas. La virulencia de la oposición se debe en parte al monopolio que la izquierda ha ejercido en la educación desde los años setenta, monopolio al que no está dispuesta a renunciar por mucho que destruya el crédito que le queda a la enseñanza pública. A consecuencia de la huelga, se están multiplicando las peticiones de las familias para encontrar plaza en la concertada. El socialismo, como siempre, se abre camino a base de ruinas.

Ahora bien, la enseñanza pública sigue siendo un modelo para el conjunto del sector. Por eso la dimensión nacional del enfrentamiento de Baleares se ve reforzada por otra cuestión, que es la nacionalista. Los sindicatos que promueven la huelga, de la mano de socialistas y nacionalistas pancatalanistas, pretenden imponer, sin respetar la decisión democrática, un modelo de inmersión lingüística. Es el instrumento educativo para la creación del Estado catalán (tanto o más que de la nación catalana), y hace de la lengua un mero instrumento político y de la enseñanza una máquina de exclusión. Se comprende por parte de los nacionalistas, envalentonados por la histeria reinante en Cataluña. En cambio, para entender por qué esa es una opción de izquierdas hace falta comprender la fantasía en la que sigue encerrada la izquierda española, fantasía según la cual España y la idea de la nación española son conceptos políticos de derechas. Esto dejó de tener sentido hace mucho tiempo (aunque a veces parece que una parte del centro derecha político también sigue sin enterarse). Tampoco resulta ya operativo para ganar elecciones. Más bien sirve para perderlas.