Iñaki Zaragüeta
Orgullo satisfecho
Me alegré enormemente hace unos días cuando publicamos en exclusiva en LA RAZÓN que la Mesa del Congreso había aprobado la tramitación de la reforma, la segunda, del Estatuto de Autonomía. Si la felicidad fuera ver el orgullo satisfecho, como Lermontov en «un héroe de nuestro tiempo», ayer llegó la felicidad. Me alegre porque se nos ha equiparado a los teóricos derechos establecidos en los de Cataluña, Andalucía y Aragón. Desaparece el ser ninguneados por ley. Suficiente padecemos por la política de los diferentes Gobiernos centrales de uno y otro signo.
La defensa de la reforma por parte los representantes de los grupos parlamentarios valencianos me hizo sentirme orgulloso. Lástima que una buena parte de sus señorías, que viven de nuestros impuestos, brillaran por su ausencia en el hemiciclo nacional. Y ¿por qué no reconocerlo» me entristeció cómo los diferentes partidos se enzarzaron unos contra otros en un día en el que debía imperar el consenso.
He calificado de teórico este derecho porque, en el caso que nos ocupa de las inversiones del Estado en infraestructuras en proporción a la población, su cumplimiento está limitado por la sentencia del Tribunal Constitucional (28-6-2010) sobre esta cuestión relativa al Estatuto de Cataluña dicta «este apartado debe interpretarse en el sentido de que no vincula al Estado en la definición de su política de inversiones, ni menoscaba la plena libertad de las Cortes Generales para decidir sobre la existencia y cuantía de las mismas...».
Finalmente, mi amigo Rogelio destacó la intervención inteligente y brillante de Gerardo Camps (PP). ¿Por qué no lo aprovechan más?. Así es la vida.
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