Marta Robles

Otra mirada

Creo que nadie sabe cómo miran ni que ven los chicos con síndrome de Down hasta que conviven con uno. Su llegada, a menudo inesperada y nunca del todo bien recibida, suele cambiar las percepciones de las familias en tan poco tiempo que resulta sorprendente escuchar las declaraciones de padres y hermanos el día del nacimiento y luego a los pocos años. Los chicos con síndrome de Down son tan deliciosos en sus comportamiento, tan cariñosos, tan agradecidos y tan divertidos, que cuando se encuentran en el camino y se los trata es imposible no enamorarse de ellos. Que nadie crea que es fácil recibirlos, insisto. Son diferentes. Y necesitan determinada ayuda. Y eso siempre lleva, sobre todo, a no saber cómo comportarse.

Más que rechazo o distancia, las familias de los chicos con Síndrome de Down o las personas que por otras circunstancias nos juntamos con ellos, llegamos sin saber qué hacer. Hay quien piensa que les tiene que tratar como si no entendieran. Otros que les repiten las frases que les dedican. E incluso algunos que les hablan muy alto como si fueran incapaces de escuchar lo que se les dice...Ellos, sin embargo, se adaptan a cada persona que reciben en su entorno y saben conquistarla pese a sus torpezas. Ya ven.

Ellos tienen alguna discapacidad, sí... pero ¿y quienes actúan de maneras insólitas sólo porque son distintos a ellos? La mirada de los chicos con síndrome de Down es otra mirada. Mucho más comprensiva. Por eso, tantas veces, cuando estoy con ellos, pienso que su inteligencia tiene mucho más valor que la de quienes nos creemos más normales, solo por ver y entender el mundo de otra manera...