Iñaki Zaragüeta

Pablo, danza en cadencia

La Razón
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Al analizar los resultados de la candidatura apoyada por Pablo Iglesias, recordé esa ranchera maravillosa de Cuco Sánchez: «Y tú que te creías el rey de todo el mundo... pero hoy tu buena suerte la espalda te ha volteado, fallaste, corazón, no vuelvas a apostar». La debería interiorizar y olvidar «coleta morada no fumar la pipa de la paz con tú, por Manitú». Para hacer risas puede pasar, no para gobernar democracias desarrolladas.

Como todos que él denomina casta, hará las lecturas variadas para justificar tan exiguo botín y, sobre todo, para trasladar a otros la responsabilidad del desaguisado. Todo menos aceptar su fracaso, el de sus formas y mensaje. Se dejará convencer con docilidad por esa máxima política de que «hay que mantenerse en la bicoca como sea». Pero el fracaso y la correspondiente frustración están ahí. Él se apoderó de la candidatura Sí se Puede y él inventó y se encantó, cual «Toro sentado» con la danza guerrera.

Su defensa por una consulta vinculante, además de ser apuesta por una ilegalidad, resulta inconsistente y contradictoria al estar en contra. Si va a votar que no a la independencia, ¿para qué quiere un referéndum inconstitucional? O es una incongruencia o nos está engañando y, en realidad, está a favor del separatismo, posición no descartable si damos importancia a lo que tiene de indefinición, una indefinición que le ha facilitado la decepción.

Lo cierto es que ha visto cómo le han sobrepasado Ciudadanos y PSOE, dinámica factible de cara a próximos comicios. Mucho va a tener que reinventarse tras caer en los pecados de la casta que tanto detestaba: familiares contratados, «caso Errejón», «caso Monedero»... Algo se temía cuando prefirió ver la corrida desde la barrera capitalina. Así es la vida.