Gonzalo Alonso
Paloma O’Shea, una mujer trabajadora
Paloma O’Shea cumplió 80 años el pasado 19 de febrero, aunque nadie lo diría ni por su físico ni por su jovialidad. Seguro que lo celebró con la familia y quizá unos pocos amigos pero, dada su habitual discreción, los demás no nos enteramos.
Lo hicimos un mes después cuando, el pasado lunes, nos convocaron a un concierto de homenaje para el día siguiente en el Auditorio 400 del Museo Reina Sofía con el ruego de guardar silencio, pues la anfitriona no debía saberlo. Allí estuvimos más amigos de Paloma y no sólo por su retrasado aniversario, sino por algo más importante y que a ella le parecerá más trascendente celebrar: el 25º aniversario de la que quizá sea su obra más querida, la Escuela Reina Sofía. Naturalmente la Reina Sofía, apoyo permanente de la Escuela, no podía faltar. Tampoco Zubin Mehta, que viajó a Madrid entre función y función de «Un ballo in maschera» en Múnich, para dirigir a la Orquesta Freixenet y a dos de los mejores alumnos de los últimos tiempos: la violinista Ellinor D’Melon y el chelista Pablo Fernández. Una persona muy conocida me envió un sms entre pieza y pieza: «Aquí hay más música que en toda la temporada de...» –permítanme silenciar el nombre de la entidad– y, aunque fuese exagerado, sí mostraba su justa admiración por la forma de tocar de solistas y miembros –¿miembras?– de la orquesta, con un entusiasmo y una calidad envidiables. Espléndido, según me contaron, el discurso de Alberto Ruiz Gallardón en la cena posterior.
En el camino de regreso a mi casa, cortado para vehículos desde Atocha hasta Cibeles, caminaba una multitud hacia la estación después de alguna concentración que desconocía. Pregunté de qué se trataba a una pareja de chicas que iban con un palo de fregona en mano. «Es el día de la mujer trabajadora», me respondieron. «¿Pero no es el 1 de mayo?», cuestioné. Y pensé que entonces habrá que llamar a ese día el del «hombre trabajador» y pensé en el palo de la fregona y en el trabajo de Paloma, ése que acababa de ser mostrado en el Reina Sofía.
Pero Paloma es mucho más que la Escuela, es también la Fundación Albéniz, con sus 29 años, el Concurso Internacional de Piano de Santander y sus 18 ediciones, los Encuentros de Música y Academia de Santander, los Premios Yehudi Menuhin a la integración de las artes y la educación, la Escuela virtual «Magister Musicae», el Instituto Internacional de Música de Cámara de Madrid...
Y, caminando en dirección contraria a la gente, pensé si sabrían quién es Paloma O’Shea y si la considerarían un ejemplo de mujer trabajadora a pesar de dedicar sus energías, su tiempo, sus influencias y su dinero para crear cultura. ¿Ustedes creen? Yo no, y pensé en la pena de país en que estamos transformando aquel que recibimos.
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