Julián García Candau

París, sin novedad

Una final de Roland Garros tiene título literario tópico: «Sin novedad en el frente». La novela de Eric María de Remarque sirve para constatar que año tras año, los tenistas españoles pueden decir que París vale más que una misa. En realidad, vale un trofeo más, nueva inscripción en la lista de ganadores. Este año, la final podría tener doble nombre español. No será fácil que Nadal derrote a Djokovic y tendrá que sufrir David Ferrer para derrotar a Tsonga, que tendrá el público a su favor. En París están deseando obtener el título que tantas veces se les escapa. Roland Garros es terreno de conquista. Por parte de los españoles, especialmente. Y tanto en el torneo masculino como en el femenino, en el que Arancha Sánchez Vicario también dejó rayas marcadas.

A Nadal comienzan a tolerarle pese a su insistencia en los triunfos. Aunque al final del partido le preguntan en inglés tiene el buen detalle de responder en francés. A Ferrer puede ocurrir que se las hagan pasar canutas. Los franceses necesitan ganar. Ya ni se acuerdan de cuándo vencieron por última vez. Tras los gloriosos años de «Los Mosqueteros» se han tenido que conformar con la ropa de Lacoste, que tampoco es baladí.

Una final española sería tal vez otro trágala para el público parisiense. Con uno, y campeón, ya les bastaría. Nadal-Ferrer sería final que también podría tener memoria sobre Remarque. Que ganara Nadal sería un nuevo sin novedad.

Posdata. Xabi Alonso y Arbeloa, parecen los únicos herederos espirituales de José Mourinho. Ellos sabrán por qué.