Julián Redondo

Peligro, se juega

Peligro, se juega
Peligro, se juegalarazon

Las críticas de Ramos y Ronaldo a Undiano Mallenco y al sistema han sido respondidas por el colectivo arbitral con mucha más diligencia de la que emplean los comités del ramo en sancionar o perdonar según lo que corresponda a la reclamación. Por antecedentes de semejante jaez, a Sergio –un partido de sanción le ha caído por la roja– y a Cristiano les impondrán una multa de 1.500 euros a cada uno. No hay indicios de que se vaya a actuar de oficio contra Busquets que, por esta vez, se irá de rositas y su pisotón de jíbaro será una de esas cosas que «quedan en el campo», como dice la gente del fútbol. El Madrid ha dado ejemplo al no denunciarlo.

Las palabras de dos de los jugadores más representativos del colíder de la Liga encendieron las alarmas a orillas del Guadalquivir y no ha habido nota de protesta de la Torre del Oro porque se enfadaría el beticismo, que diría «Donmanué». Temen en el Sánchez Pizjuán que al árbitro del Sevilla-Madrid se le encoja el pito y pague su equipo los platos rotos del Bernabéu. Ignoran, posiblemente, que el colegiado elegido para el encuentro es policía, profesión que imprime carácter, ¿o no? Confiemos, pues, en que al término del partido González González no tenga que mandar al jefe Sánchez Arminio un «whatsapp» como éste: «Yo, 7 puntos en la cabeza. Un asistente, 30 puntos y 4 piños jodidos». Ni la indignación del Madrid ni la desconfianza sevillista hacia el colegiado deberían provocar la aparición de los antidisturbios ni mensajes parecidos a ése de un miembro de la Unidad de Intervención Policial el 22-M. Sólo es un partido, aunque para el mítico Bill Shankly el fútbol fuera más que una cuestión de vida o muerte.