José Luis Requero

Pendientes resbaladizas

No concibo que un partido que representa a más de diez millones de votantes no tenga ideas claras sobre el derecho a la vida. Pero parece que es así a juzgar por lo último que ha dicho sobre la prometida reforma de la ley del aborto, y eso que es un tema sobre el que se ha pronunciado y con reiteración. Lo hizo en el documento de 2009 firmado por la entonces portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, y que presentó a la subcomisión formada para la reforma que dio lugar a la ley actual; también en las enmiendas a esa ley y al impugnarla. Lo decía el ministro de Justicia: el «cuerpo de doctrina» de la nueva ley nace de esos antecedentes.

Sin embargo, parece que en ese partido no todos tienen claro cuál es el alcance del derecho a la vida. Por ejemplo –según la prensa–, preguntado el presidente del Gobierno sobre este asunto su respuesta es que aún «se está debatiendo»; la vicepresidenta del Gobierno rehúye pronunciarse sobre la supresión de la malformación del feto como supuesto para abortar y la secretaria general del PP asegura que «no hay ni siquiera una idea de lo que va a ser el proyecto».

Como es un asunto que lleva veintiocho años coleando y según estadísticas oficiales le ha costado la vida a más de un millón de seres humanos –y en aumento–, creo que exigir ideas claras no está de más, ni es achuchar más de lo debido. Por centrarme en lo que parece que ahora es lo más controvertido –el aborto eugenésico–, si algunos tienen dudas, invito a los dudosos del PP a que lean el recurso que su partido interpuso contra la «ley Aído» y verán por qué esa indicación, aparte de humanamente injusta, es inconstitucional.

Además invito a que piensen en esa idea que se llama la «pendiente resbaladiza», algo de lo que no faltan ejemplos y en todos los ámbitos. Gracias a las pequeñas cesiones del Estado nos deslizamos ahora por una realidad secesionista; las reformas educativas iniciadas en 1985 nos han deslizado hasta puestos de cabeza en paro juvenil y fracaso escolar; introducir en 1981 el divorcio nos lanzó por una pendiente en la que el matrimonio, base de la familia, es algo jurídicamente irreconocible: ni indisoluble, ni heterosexual, ni abierto a la vida, compatible con el repudio; y con el aborto nos deslizamos por la pendiente que nos ha llevado a que España sea centro del turismo abortivo internacional, etc.

En el caso del aborto eugenésico, invito a los dubitativos del PP a que atisben a dónde lleva esa larga pendiente resbaladiza y que pueden evitar. Así, la mentalidad eugenésica lleva a la eutanásica: si se empieza con eliminar al no nacido luego se prescindirá del anciano, de ahí al recién nacido y se acabará eliminando a todos los imperfectos, jóvenes o adultos. No es ciencia ficción: me remito a la experiencia de países tan civilizados como Holanda. Una pequeña grieta acaba en ruina.

Vuelvo al comienzo. No concibo que un partido de ese porte carezca de ideas claras sobre la vida humana, su respeto y todo lo que la rodea. Pero parece que es así como se deduce de dos datos más de estos días. Por ejemplo, se confirma que vamos a una verdadera catástrofe poblacional que nos convierte en un país sin futuro y esto no despierta reflexión ni plan de enmienda alguno. Otro: en USA se ha engendrado a un ser humano mediante clonación con células embrionarias, es decir, se ha matado a uno para engendrar a otro ser humano que también será destruido para experimentar con él. En España esto lo permite la ley de investigación biomédica de 2007, ley ni impugnada ni derogada, pero sí silenciada.

Los atentados contra la vida o la familia nos deslizan por unas pendientes que acaban en el desastre. Se explica así que en Francia, en las movilizaciones contra la ley del matrimonio homosexual, se tenga al PP español como paradigma de mal ejemplo: impugna esa ley a sabiendas de que perderá el recurso y ahora, pudiendo, no la deroga. Salvo mala fe, no concibo la falta de ideas claras.