Política

Pensamos antes de que sea tarde

La Razón
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Hace tiempo que subyace en el subconsciente colectivo y en el discurso de relevantes personalidades la convicción de que el mundo avanza por un camino inestable, con demasiados conflictos expresos y latentes, y con un horizonte indefinido lleno de riesgos derivados de la crisis social, económica, política, religiosa, y de los avances en torno a la inteligencia artificial. Pero a la mayoría los árboles no les dejan ver el bosque, o no quieren verlo. Tres reflexiones recientes de personas con perfiles y ópticas distintas ilustran esta situación.

En “La Tiranía de la Igualdad” Axel Kaiser explica como la igualdad debe lograrse desde la libertad, no imponerse por el Estado, pues eso es el igualitarismo defendido por la izquierda, que considera que es aquél el que debe procurarte tu bienestar, -lo que ellos han identificado como bueno para ti, -ya que tú no estás en condiciones de hacerlo por ti mismo. Y eso lleva a castigar a los más productivos, a fomentar la cultura del subsidio viviendo a costa de los demás, a una igualdad por abajo sólo sostenible desde la dictadura, a un gasto desorbitado y a un Estado elefantiásico. Europa, con el 7% de la población mundial, tiene el 60% del gasto social mundial. Es evidente que este es uno de los graves problemas del mundo desarrollado y de Europa en especial. Esta política no es sostenible ni en su forma ni en el tiempo, y cuanto más tardemos en reconocer la realidad y reaccionar, más difícil será resolverlo. El reciente desbordamiento de la inmigración y el sobrecoste inasumible de darlo todo gratis, han provocado reacciones en países como Inglaterra o Alemania todavía acomplejadas e insuficientes para hacer frente a la realidad sin demagogia, y eso no resuelve los problemas e incentiva el avance del populismo extremo.

Joaquín Leguina, tomando como referencia a Robert Gordon “Auge y caída del crecimiento americano”- en el que expone cómo los avances tecnológicos experimentados entre 1870 y los principios del siglo XX fueron más grandes y con más impacto en la economía y el bienestar de los ciudadanos que los producidos por la Revolución Tecnológica a partir de los años 70-, añade que esta última, y en especial la digital y la robótica que está llegando, han generado una grave crisis económica y social, con una masiva destrucción de empleos, unos jóvenes más incultos desconocedores de la Historia, y un incremento progresivo de personas que por razón de edad son arrojados a la marginalidad por las tecnologías.

Steven Hawking señala que cometemos los mismos errores del pasado. La automatización de las fábricas diezma el trabajo manufacturero, y la inteligencia artificial puede acabar con el trabajo de las clases medias y acelerar las desigualdades económicas en favor de la minoría que controla la tecnología, que puede oprimir además a la mayoría. Añade que los robots inteligentes con capacidad de autoaprendizaje y de adaptar sus decisiones al entorno pueden llegar a acabar con la raza humana si no se controlan y utilizan bien. “Tenemos la tecnología y los medios para destruir el planeta, pero no para escapar de él”.

En todos ellos hay un sustrato común pese a su distinto perfil. ¿Estamos yendo por el buen camino?. ¿Podemos seguir engañándonos sosteniendo un discurso, unas estructuras y un bienestar que no podemos pagar?. ¿Está sirviendo la globalización, el desarrollo tecnológico o la robótica para corregir los desequilibrios y las desigualdades, fortalecer la libertad individual, la seguridad y mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población mundial?. Los líderes mundiales deberían reflexionar sobre ello.