Presidencia del Gobierno

Pero, ¿no era un soufle?

La Razón
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El gravísimo desafío del indepedentismo catalán va poniendo en evidencia a los «master chefs» del «soufle» ya saben, ese elenco de cándidos políticos proclives al análisis en el corto y el medio plazo pero sobre todo amigos de la equidistancia que brinda lo «políticamente correcto». Mantenían, tal vez ignorando el porque del aumento de las simpatías hacia el secesionismo en los últimos años, que el fervor hacia la quimera independentista no dejaba de ser lo más parecido a un souflé que igual que crecía acabaría por menguar dada su inconsistencia. Lamentabilisimo error, sobre todo por ignorar que los altibajos en el porcentaje de adeptos al soberanismo en Cataluña, cuando registraban un retroceso solía ser para para tomar impulso. O lo que es lo mismo, un paso atrás para a continuación dar dos hacia adelante.

Y en estas nos encontramos, en la semana –veremos qué ocurre hoy miércoles– en la que las alharacas, las astucias, las urnas escondidas y la manipulación de sentimientos deberán ir poniéndose en negro sobre blanco y en la que el Gobierno habrá de empezar a concretar esa reacción legal que dice tener perfectamente medida. Pero con independencia de lo que ocurra estos días que nos vaticinan una película de suspense por etapas, tal vez convendria detenerse –volviendo a los cortos de vista y olfato del souflé– en el doble interrogante de porque hemos llegado a esto y sobre todo cómo salimos, porque de aquí al 1 de Octubre se rompa o no el PDeCAT, se adelanten elecciones «constituyentes» en Cataluña, haya o no tripartito o se inhabilite a más o menos dirigentes que se han arrogado un papel que no les corresponde, de lo que se trata es de canalizar todo ese más que probable sentimiento de frustración en una gran cantidad –que no mayoría– de ciudadanos catalanes y cómo recuperar la normalidad institucional suponiendo que no haya que recuperar también la social en función de lo que ocurra estos días.

La respuesta a porqué hemos llegado a esto vuelve a tener mucho que ver con esa visión de muchos políticos nacionales volcada hacia un sentido de lo «políticamente correcto» que en muchos casos ha acabado por marginar a lo realmente correcto como son potestades del estado amparadas por la constitución. También se corresponde con perezosas teorías de carril como era pensar que la recuperación económica contribuiría a bajar el soufle pero sobre todo, con esa especie de carta de normalidad que se le ha acabado dando a actitudes golpistas amparadas en una inmensa maquinaria de propaganda contra todo lo español, trufada de mentiras y para colmo financiada con el dinero de todos los españoles. Sin olvidar a timoneles que creen firmemente en el ideal de su deriva sin importarles en apariencia las consecuencias personales como es Puigdemont, junto a otros tal vez más celosos ya de su particular situación que del «procés» como Artur Más, el «Mándela de la Costa Brava» que diría Ines Arrimadas. No era souflé, es toda una «olla aranesa» que ahora habrá que deconstruir.