Julián Redondo

Perversión

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Tres años después, resulta que quienes comprenden a Mourinho, le defienden y le ríen las malditas gracias son del Atlético o del Barcelona. No hay una compañía de zapadores madridistas que, bayoneta en ristre, atacan a Casillas porque con el pie no da una a derechas, llega beodo a los entrenamientos, guiñando el ojo de la treintaiuna, y su novia revela los secretos que la CIA guarda de los ovnis. No existe un batallón de rompehuelgas que se arrojan al vacío si lo dice el tío más chulo de Setúbal que omite, no por ignorancia sino porque le conviene, que Del Bosque ha ganado dos Ligas de Campeones y dos Ligas, como Villalonga entre 1955 y 1957, casi como Carniglia, que en 19 meses metió una Liga y dos Copas de Europa en las vitrinas del Madrid. Son seguidores del Barça y del Atleti quienes le han sentado en el trono del Altísimo y amenazaron el 9 de enero de 2013 a Casillas con filtrar la marca de sus calzoncillos con tal de desprestigiarle y quienes celebraron una misa negra para adorar a quien, no sabe muy bien por qué, se siente odiado por un sector de la Prensa española y despreciado en este país por su origen portugués. Son hinchas rojiblancos y azulgrana los que asumen sin pestañear que el «Barcelona es el mejor equipo de los últimos 20 o 30 años», la teoría de José, parte de su doctrina. Hasta ese punto ha llegado la perversión de «Mou», un lince que podría incumplir contrato con el Madrid y cobrar diez millones de indemnización, lo cual no asombra a la vista de la sentencia de la «operación Puerto», en lugar de pagar 20 millones de penalización por irse a otro equipo después de menospreciar al que le paga, ni el Barça ni el Atlético.