Reyes Monforte

Pieles

La Razón
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«A veces, si te acostumbras demasiado a vestir trajes, cambias de ideología». Así lo creía Joe Slovo, dirigente del Partido Comunista de Suráfrica y un luchador contra el apartheid. Desconozco si lo dijo cuando ya era ministro de Nelson Mandela, pero su afirmación era una manera de decir la cosas, se envolviera uno con traje, luciera rastas, coletas, camisetas con leyendas o abrigo de pieles.

Cuando Pablo Iglesias, borracho de un éxito que añora tanto como prevé, le espetó a una periodista, que le había hecho una pregunta tan profesional para unos como incómoda para otros sobre un posible gobierno de perdedores, «precioso abrigo de pieles trae usted» , dio un paso más para asemejarse a eso que brama detestar y bautiza como casta o búnker. Por un momento creí que iba a decirle: «Exprópiese», como hacía su admirado Hugo Chávez cuando iba por la calle y veía cualquier edificio, negocio o artículo. Escucharle haciendo semejante comentario fue como ver a Aznar introducir un bolígrafo en el escote de una reportera, a Trillo dándole un euro a una periodista que le preguntaba por las armas de destrucción masiva o a Boris Yeltsin propinándole un pellizco en el culo a una secretaria. Iglesias estaba en el Congreso de los Diputados que, por si no lo recuerda, es la casa de todos no solo porque la pagamos sino porque nos representa, mejor o peor. Y como le recordó el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama a un activista que en plena recepción oficial intentó increparle: «Está usted en mi casa. Muestre respeto».

Llega un momento en el que todos cambiamos de piel. Hasta Slovo terminó escribiendo un libro sobre los fallos y la anemia del comunismo por beber de fuentes como el estalinismo. Uno cambia o muda la piel a lo largo de la vida. Lo hacen incluso las serpientes y, según los expertos, por dos motivos: para poder crecer o por salud, ya que la piel de las serpientes se deteriora y puede crear parásitos. Dejemos las pieles tranquilas. Vístanse como quieran, y dejen a lo demás vestir como consideren oportuno. Es cuestión de piel y de democracia.