Julián García Candau
Pocas fidelidades
Alex Ferguson se ha retirado y disfrutará el resto de su vida por haber sido «sir» con todo merecimiento. Se ha ido tras veintiséis años al frente del Manchester United. Tal récord es casi imposible de batir. Sin embargo, todos los grandes profesionales del fútbol deberían aspirar a marcar tan larga y fructífera etapa. De la misma manera que a los futbolistas de ahora tampoco se les puede pedir que muestren fidelidad al club, aunque sea el que los sacó de su cantera, tampoco es posible solicitar el mismo sentimiento a los entrenadores.
El italiano Carlo Ancelotti parece que tiene hormigas en la tripa porque el Real Madrid le ha guiñado un ojo. Dejaría París porque Madrid también vale una misa. Sería aterrizar en un club de mayor prestigio e historia. Una insinuación del Real Madrid dicen que quita el sueño.
Aquí tenemos el caso de Mourinho, quien ha acreditado su condición de culo de mal asiento. Está deseando marcharse. Se da la circunstancia de que el madridismo parece que está dispuesto a pedirle que se vaya con viento fresco. Tampoco es hombre de lealtades, salvo cuando se trata del Barcelona. Va de la Ceca a la Meca con el deseo de cobrar dineros y honores. Del Madrid se marchará sin dejar huella profunda, salvo la que se refiere a sus desencuentros con el mundo, con el que parece enfrentado.
Miguel Muñoz dirigió al Real Madrid durante trece años, si mal no recuerdo, y parece que es dato que sólo cuenta para los amantes de la historia.
Posdata. «Hoy, mañana y siempre con el Barça en el corazón». Mourinho dixit.
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