Política

Restringido

Porfiar en tiempos revueltos

La Razón
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El alcalde de Leganés, Jesús Gómez, debería saber, por experiencia y conocimiento de la lideresa, que mientras que a Aguirre no le arrebaten el poder del partido en Madrid, ella seguirá mandando, decidiendo, quitando y poniendo candidatos, y no admitirá ningún tipo de reto, ninguna iniciativa que no cuente con su aprobación. Jesús Gómez quiso ponerse la venda antes que la herida, autoproclamarse candidato antes de que la presidenta del partido tomara una decisión, y le costado perder la partida. Se ha abierto un nuevo frente en el PP regional, cuando aún no se han cerrado esas diferencias ostensibles entre las candidatas Aguirre y Cifuentes, cuando en la dirección nacional de partido quieren hacer las candidaturas al Ayuntamiento capitalino y la Comunidad, y Aguirre se niega en rotundo a que le quiten una potestad que cree le pertenece, como candidata y como presidenta.

Mi memoria no da alcance para encontrar en la historia de los comicios municipales, desde 1979, una situación preelectoral tan convulsa y extraña como la que estamos viviendo en todas las formaciones políticas, porque las diferencias, los enfrentamientos, no se producen entre los partidos, sino a intramuros de los mismos, en el seno de ellos. Empezamos con la crisis del PSM, con el juicio sumarísimo de Pedro Sánchez a Tomás Gómez, que significó la expulsión de este último de la secretaría regional del partido en Madrid, privándole de su candidatura la Comunidad, y hacer una gestora con la vieja guardia simanquista. Por lo que se refiere a Izquierda Unida, desde el portazo de Tania Sánchez, hasta el desafío de Valiente a la dirección regional y la amenaza de convocar un referéndum por su cuenta y riesgo, pasando por la operación de expulsiones, centradas en Gregorio y Ángel Pérez, IU sufre un proceso de autodestrucción preocupante. Podemos quiere estar, pero no sabe cómo ni dónde; Ganemos no está resuelto como coalición, y en UPyD ya hay algunos esperando la caída en picado. El votante confía en la estabilidad de los partidos, como principio fundamental para formar gobiernos estables, pero desconfía de que puedan arreglar las cosas de fuera aquellos que tienen la casa manga por hombro. Desconfiar, porfiar, difícil amar en tiempos revueltos.