Cuba
«Pravdas» para Ramón, «Granmas» para Pablo
Se descolgaba el tertuliano Iglesias con una «reflexión» a propósito de la necesaria «regulación pública» de los medios de comunicación. La machada pudo quedar en un chiste sin gracia hasta que conocíamos la sentencia de la Audiencia Nacional justificando el acoso y asalto a parlamentarios por prevalecer una «libertad de expresión que no garantizan los medios de comunicación en manos privadas». Sentencia que aún debe mantener al magistrado Ramón Sáez Valcárcel a hombros de su parroquia antisistema. Y eso ya no suena a chiste. La resolución de la Audiencia viene a tragarse el discurso facilón de Podemos de ofrecer lo que apetece oír a una parte de la ciudadanía como si se tratara de una carta a los Reyes Magos, por eso ahora lo que tocaba era releer «El Capital» y subrayar el espantajo de la lucha contra la propiedad privada, en este caso de los medios de comunicación.
No entraré en obviedades como recordar que las tertulias en las que tan libremente vende Iglesias su mercancía bolivariana se emiten en medios de comunicación propiedad de accionistas privados, pero sí conviene preguntarse si al susodicho lo que realmente le colmaría es escuchar sus filípicas y catilinarias por decreto en las estaciones y aeropuertos, al fin y al cabo en las fábricas de puros de Cuba, los torcedores se desayunan a diario el «Granma», órgano oficial del régimen leído por un vocero. El particular concepto que tienen los Iglesias y Sáez Valcárcel de las libertades de prensa y de expresión parece corresponderse más con «garantes» de la misma como el soviético «Pravda» o el revolucionario «Granma». Es lo que tiene hacer política desde los juzgados o desde las tertulias, qué se le va a hacer, emitidas en medios propiedad de multimillonarios.
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