Cástor Díaz Barrado

Primero

La Razón
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En los últimos tiempos se viene escuchando reiteradamente la expresión «primero». Con bastante frecuencia y con mucha intensidad. Primero, Estados Unidos. Primero, Gran Bretaña. El nuevo presidente estadounidense lo ha dejado claro en esta dirección. Se corre el riesgo de que se llegue a primero, Francia, primero, Alemania, y así sucesivamente. Sería posible que relevantes estados de la comunidad internacional comenzaran a pronunciar la palabra primero. Hay que evitarlo. Parte de la sociedad internacional parece que camina hacia un reforzamiento del nacionalismo y, asimismo, se ha iniciado el camino, otra vez, hacia la defensa estricta y sin razón de los intereses puramente nacionales. Esto es muy perjudicial para la convivencia internacional y no beneficia, en nada, a los valores y principios sobre los que se viene asentando la comunidad internacional desde mediados del siglo XX. No se debe situar primero a los estados, ni a las naciones, ni a los pueblos, ni a las comunidades, ni tampoco a los territorios. Si algo está primero es únicamente el ser humano. La dignidad del ser humano es el primero y principal valor. Si debemos situar algunos principios, como lo primero, éstos deben ser el respeto a la democracia y el respeto a los derechos humanos para todos los habitantes del planeta. El futuro debe ser menos fronteras, puesto que el pasado no es otra cosa que más muros. En la comunidad internacional se debe cooperar para el crecimiento y el desarrollo económico, eliminando las desigualdades. Pero para todos. Sin exclusión por ningún motivo, tampoco en función de la nacionalidad. Desde posiciones democráticas, hay que defender una visión universal e internacionalista y ganar terreno. No se puede clasificar a los pueblos y a los seres humanos diciendo que unos primero. Acaba de comenzar una nueva tendencia en la escena internacional, con reminiscencias nefastas del pasado. No podemos llegar a situaciones límite en las que no quepa, a la postre, marcha atrás. Ningún estado primero. Sólo el ser humano.