Enrique López
Puertas giratorias
Decida Charles Chaplin que todos somos unos aficionados porque la vida es tan corta que no da para más; aún así yo soy de los que creen que una máquina jamás podrá hacer el trabajo de un hombre excelente, y precisamente de excelencia me gustaría hablar. Se ha puesto de moda en España la expresión puerta giratoria, entendiendo por tal la situación en que un ex alto cargo de las diferentes administraciones públicas ocupa un trabajo en la empresa privada; se entiende que en muchos casos, este profesional puede obtener beneficio de su anterior ocupación pública y a su vez causar conflictos de intereses entre la esfera pública y la privada, tanto en beneficio propio, como en perjuicio del interés público. En el mundo anglosajón se denomina igual –revolving door– y se refiere al cambio de altos cargos entre el sector público y el sector privado, pero también a la inversa. Este fenómeno no se puede ni se debe prohibir con carácter general, ni restringir con perjuicios generados por los mediocres que no deberían estar ni en el sector público ni en el privado. El profesional excelente puede y debe rendir en todos los sectores, eso sí, con un control previo y legalmente establecido del uso de la información e influencia que haya adquirido, y de evitación de conflictos de intereses. Pero no veamos mal una puerta que airee el sector público y el privado, y produzca sinergias entre dos dimensiones llamadas cada vez a ser más parecidas. Por un lado se debe llevar la responsabilidad social a la empresa fomentando la filantropía, y por otro desplegar en la Administración pública un mayor grado de responsabilidad individual, y una esencial propensión a la eficiencia. El que es excelente lo es en cualquier campo, y no se puede prescindir de estas personas por culpa de ineptos e envidiosos responsables públicos.
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