Iñaki Zaragüeta

Pujol está obligado a algo más

Además de que el ministro Cristóbal Montoro le puso las cosas en su sitio en la comparecencia ante el Congreso, el ex presidente de la Generalitat catalana Jordi Pujol no ha tenido más remedio. Está forzado a algo más que a una declaración ante el Parlament autonómico. Por la calidad y por la cantidad. Porque una persona que ha ejercido tan importantes responsabilidades de Estado está más obligado que cualquier otra a conducirse con transparencia, ya que ha sido incapaz –presuntamente «of course»–, de hacerlo con honradez, olvidando claramente el principio de que el buen líder ha de tener las cualidades necesarias para gobernar y dirigir hacia el bien común, como ya apuntaba Platón en su «República».

El hecho de que el ex honorable haya accedido a acudir al órgano de máxima representación popular de Cataluña es un paso adelante, digno de aplauso. Pero no basta con lo que él quiera decir, sino lo que necesitamos saber. Es lo menos para quien ha gestionado tan enormes sumas del erario. Le apremian su declaración inicial y todo lo que presagian los informes de la UDEF.

Con ello entramos en el segundo capítulo, el de la cantidad. La posibilidad de que la marea alcance proporciones de miles de millones de euros exige tanta claridad como las cifras barajadas. De él y de los posibles autores. El escándalo alcanza tales dimensiones que deben esclarecerse.

Acertaba ayer Montoro cuando puntualizó que Pujol se equivocaba si pensaba que pidiendo perdón hacía borrón y cuenta nueva. Como atinaba también al especificar que Hacienda aplicará a este caso los instrumentos como a cualquier otro ciudadano. Por el contrario, me produjo cierta pesadumbre y que en un Estado moderno de Derecho haya tenido que aparecer una crisis para vigilar más estrechamente el fraude fiscal, cuanto el fraude fiscal en España constituye uno de los problemas pendientes de solución durante los últimos decenios, quizás desde siempre. Así es la vida.