Julián Redondo

Que empiece el espectáculo

La primera bola de Figo, Barça; la segunda, Atlético. Todo el morbo del sorteo de cuartos de final de la Liga de Campeones concentrado en dos equipos españoles que en tres partidos no han pasado del empate. ¿Eso es equilibrio? ¿Significa que no hay un claro favorito? La única ventaja rojiblanca es que juega la vuelta en casa. Todo lo demás, la calidad de la plantilla, el presupuesto, la familiaridad con la competición y con las citas elevadas llevan el distintivo azulgrana. Pero esto es fútbol y Simeone, el de partido a partido, cantinela inviolable, a medida que ha visto crecer al Atleti y superar con sobresaliente todos los escollos de la «Champions», ha ido lavando el cerebro a los jugadores, a quienes pretende convencer de que para ellos es más fácil ganar este torneo que el doméstico... Las cosas del Cholo.

Lo que es la quintaesencia del morbo la reservó el bombo quizá para semifinales. En cuartos, un Real Madrid-Chelsea prometía tanto como un Barça-Bayern. Pues no. Al Madrid se le presenta la ocasión de saldar una cuenta pendiente con el Borussia Dortmund y los números de uno y otro avalan la candidatura madridista.

En cuanto a Guardiola, es posible que la mano inocente de Luis Figo le haya regalado el, a priori, rival más fácil de los ocho, el Manchester United. Y si la esperanza de Mourinho es demostrar que puede derrotar a Ancelotti o a Pep, primero tendrá que deshacerse del París Saint Germain, acaso el tapado de la competición.

Morbo y suspense aparte, lo innegable es el potencial del fútbol español, con tres representantes en el cogollo de la «Champions League», dos en la Liga Europa y la estrella de la Selección. Que empiece el espectáculo.