Cristina López Schlichting

¿Qué pacto prefiere?

La Razón
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Según las encuestas, ningún partido va a obtener los 176 escaños de la mayoría absoluta. Así que, esta vez, no se votan siglas sino posibles pactos postelectorales. Y hay tres en lontananza. La «Gran Coalición» de PP y PSOE; la de Partido Popular y Ciudadanos, y, finalmente, una alianza entre socialistas, Albert Rivera y Podemos y/o nacionalistas, que ya funciona en muchas ciudades. La solución a la alemana está descartada. La palabra que más se repite en el programa de Pedro Sánchez es «derogar»; derogar la ley de educación del PP, derogar la reforma laboral, derogar los acuerdos Iglesia-Estado, derogar los recortes sanitarios. La columna electoral socialista es un ariete contra los populares, el votante socialista está tan espoleado hacia el rencor de clase que no perdonaría. Por otra parte, una alianza de la derecha con Ciudadanos es improbable. Comparten propuestas económicas (fiscalidad, contratos indefinidos, reforma laboral) pero pactar con Mariano Rajoy significa para Albert Rivera la ruptura con el electorado de izquierdas. Hay quien sostiene que Rivera podría exigir a cambio un canje de Rajoy por Soraya Sáez de Santamaría («operación Menina» lo llama Pablo Iglesias), pero seguiría siendo un choque para su imagen de centro. Es verdad que tampoco conviene a Ciudadanos escorarse a la izquierda, pero ¿y si Rivera se convierte en presidente? ¿Y si Sánchez e Iglesias, casi empatados, por ejemplo, aupasen al dirigente de Ciudadanos? Con el PSOE comparten los naranjas la campaña por una escuela laica, la batalla contra la religión evaluable en las aulas o cierta enemistad contra la escuela libre. Esta semana, por ejemplo, en el debate de presupuestos de la Comunidad de Madrid, Ciudadanos ha firmado con PSOE y Podemos una enmienda parcial que reduciría en casi tres millones de euros la partida de la enseñanza concertada. Los de Rivera dicen que van a enmendarlo, pero la iniciativa no ha gustado a muchos padres. Son muchas las diferencias entre Albert Rivera y Sánchez –desde la política fiscal hasta la concepción de una España unida–, pero no hay nada más dispuesto a pactar que un político ante la zanahoria del poder. Con esa perspectiva, los dos chicos guapos podrían abrazar incluso al de la coleta, que lleva en el programa electoral la renta de 600 euros para los hogares, las 35 horas semanales, la subida de impuestos y la eliminación de cualquier deducción fiscal; la laicidad obligatoria, la eliminación de la casilla de la Iglesia en el IRPF o el voto de todo extranjero por el mero hecho de estar inscrito en el padrón. Los planteamientos de Pablo Iglesias son de una intransigencia soviética con todos los que no piensan como él y, por ende, completamente inviables matemáticamente. Son los mismos que hizo Tsipras en Grecia a sus votantes. Hay quien considera imposible que Podemos llegue al Gobierno, pero yo he asistido en Atenas a la entronización del líder de Syriza, mientras sonaban de fondo la Internacional y las canciones revolucionarias latinoamericanas.