Política

Alfonso Ussía

Rafael Spottorno

Rafael Spottorno
Rafael Spottornolarazon

Se prevé inmediato el relevo en la Jefatura de la Casa del Rey. En el caso que nos ocupa, una dolorosa pérdida. Rafael Spottorno, diplomático, se conoce la Casa como nadie. Fue un gran Secretario General, y ha sido un Jefe de la Casa del Rey modélico, que ha llevado con una entereza y una inteligencia ejemplares los años más duros y difíciles del reinado de Juan Carlos I. Con el respeto que todos sus antecesores me merecen, Rafael ha destacado por su tranquila amabilidad. Aún en los momentos más azarosos y de trabajo más agotador, Rafa Spottorno jamás transmitió a quienes lo reclamaron para consultar asuntos de menor importancia impaciencia, prisa o desasosiego. Y ha sido entre los Jefes de la Casa del Rey de los más inmediatos para dar una respuesta o aconsejar una fórmula adecuada. Los ha habido que han estado constantemente «reunidos», otros, «menos reunidos» y algunos, aunque «reunidos» siempre dispuestos a responder las llamadas acumuladas durante sus reuniones. Destaco en ese rasgo de cortesía a Sabino Fernández Campo y a Rafael Spottorno, sin menoscabo de los demás, de quienes he tenido pruebas constantes de amabilidad.

Cuando el Rey le propuso a Rafael la Jefatura de su Casa –la del Rey, no la Real, como dicen algunos ignorantes, pues de la Casa Real el Jefe es el propio Rey–, Spottorno sabía que volvía a La Zarzuela con la responsabilidad máxima y en tiempos complicados. Pero no tanto como lo que se encontró. No obstante, aun sabiéndolo, Rafael Spottorno habría aceptado con el mismo entusiasmo y lealtad la labor encomendada porque tiene los conceptos del esfuerzo y de la lealtad incrustados hasta en las cachas. Ha llevado con dureza y flexibilidad, dentro de los muros de La Zarzuela, el penoso y vergonzoso asunto de Urdangarín, que ha salpicado a la Infanta Cristina y deteriorado las relaciones familiares de manera casi definitiva. No me avergüenza decir, una vez más, que creo en la inocencia de la Infanta, cuyo único delito fue su mala elección y su posterior lealtad y confianza en un marido que no las merecía. Rafael Spottorno se topó con la caída del Rey en Botswana y el ridículo, pero impopular suceso del elefante. «Asesino de elefantes», llamaron al Rey los que confunden las cosas sin estar confundidos. Pero el momento crítico por el que atravesaba nuestra economía, el número intolerable de parados y las constantes apariciones de asuntos corruptos, no establecían un tiempo apacible para que el Rey, sin gasto alguno porque estaba invitado, cazara al dichoso elefante. Los guardas de los parques nacionales y reservas privadas de caza en África se ven obligados a sacrificar al año a centenares de elefantes, pues de no hacerlo, en pocos años los tendríamos cruzando el Estrecho y comiéndose las maravillosas buganvillas marbellíes de Gunilla Von Bismark. Rafael ha sido el Jefe de la Casa de un Rey que ha sufrido cuatro importantes y graves operaciones que mermaron físicamente a Don Juan Carlos, que aún mantiene su lucha para deshacerse en unos meses de las muletas y del dolor. Y a pesar de todo, Rafael Spottorno jamás ha perdido los nervios, ni la paciencia, ni la buena educación ni el saber estar en sitio tan difícil. No descansará del todo, porque el nuevo Jefe de la Casa del Rey –sin duda el también leal Jaime Alfonsín–, aprovechará su experiencia para llevar con buen fin y tacto la enorme tarea que se le avecina. Y el propio Rey Felipe VI, lo tendrá siempre a mano.

Despido con gratitud ciudadana a Rafael Spottorno, que deja un recuerdo de competencia, trabajo, eficacia y señorío de muy complicada superación. Se puede decir en el lenguaje castizo, y sin temor al error, que has sido, Rafa, un Jefe de la Casa del Rey cojonudo.