Política

Ely del Valle

Reculando

Reculando
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Cuando se empieza negando en rotundo cualquier conducta sospechosa para, tiempo después, admitir irregularidades, malo. El asunto suele terminar de aquella manera, y ahí está el «caso Pujol» para demostrarlo, calentito como la piscina de una guardería. Por eso no huele bien el camino emprendido por Griñán con el caso de los «ERE de culo inquieto», donde el ex presidente andaluz parece que se apunta a las mismas maneras. Del falso de toda falsedad hemos pasado a admitir un proceso irregular, o lo que es lo mismo: del «digo» al «Diego» y, en cuanto me apuren, al «diezmo» directamente.

Los políticos de los que se demuestre que han mentido sin rubor mientras seguían actuando como si el cortijo nunca se les fuera a incendiar –consintiendo o favoreciendo eso que ellos llaman «irregularidades» y los demás, directamente, choriceo– deberían tener un castigo añadido. Claro que semejante aspiración en un país donde a una imputada por malversación ha habido que sacarla del Banco Europeo de Inversiones con rasqueta, no parece que tenga visos de prosperar.

Griñán puede decir misa, pero si sabía y consintió –como mantiene Alaya–, se habrá comportado como un sinvergüenza, y si no sabía porque no se enteró, como un incompetente. En cualquier caso, empezar a reconocer que la mangancia ha tenido manga ancha gracias a la inestimable colaboración de la Junta de Andalucía es un paso que le honraría si no fuera porque antes ha negado hasta la saciedad cualquier responsabilidad hasta que no ha visto planear sobre su cabeza la sombra del Supremo. Y de políticos que engañan sin que les tiemblen las aletas de la nariz y sólo se arrepienten cuando la Justicia les acogota la conciencia estamos hasta el moño y, por desgracia, un tanto sobrados.