Irene Villa
Reflejo de amor
No hay semana en la que el primer Papa latinoamericano no sea noticia. Además de convertirse en un verdadero líder mundial, independientemente de la religión que cada uno profese, el Papa Francisco, con gran sentido común, bondad y humanidad, nos ayuda a vivir más comprometidos, con más amor y por lo tanto más felices. Ver en él a una persona real, un espíritu afín que ciertamente representa todo lo mejor del ser humano, consigue ser el inmejorable espejo en el que no sólo los católicos se miran. Entre sus muchas bondades, progresos y mejoras, ha decidido poner a su lengua materna, el español, en el lugar que merece, ya que es una de las lenguas más habladas del mundo. Es una persona tan venerada que son muchos los que quieren plasmar su vida o retratarla incluso en la gran pantalla para que todo el mundo conozca su recorrido, su grandeza y pueda llegar a ser incluso más admirado y por más personas, aunque sean biografías no autorizadas, el reflejo constante de amor en su vida encandila a todos. Hoy tiene lugar en Madrid el preestreno de «Francisco, el padre Jorge», homenaje desde su juventud hasta ser elegido Papa a un argentino que seguirá conquistando el cariño y la admiración de todos porque el Papa cautiva no solamente con sus palabras sino con sus acciones, predica humildad con su ejemplo. Precisamente por este motivo se queda prendada Ana (interpretada por la actriz Silvia Abascal), la agnóstica periodista que no sabe nada de la Iglesia ni del Vaticano pero va a cubrir un cónclave y conoce al padre Jorge. Nunca se sintió atraída por la filosofía de la Iglesia católica, sin embargo, caerá rendida ante la integridad y nobleza de nuestro actual Papa. Un ejemplo de altruismo y austeridad que es tan vital y necesario «como el sol para las flores», título por cierto de mi última novela que, dicho sea de paso, también hoy ve la luz, para confirmar que lo más grande que podemos dar es el reflejo de amor en nuestras vidas.
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