Fernando Rayón
Regreso al PP
La tranquilidad veraniega parece que ha servido a algunos para pensar, entre ola y ola, en el futuro que se avecina: elecciones catalanas, generales, y reforma constitucional. El panorama es intenso y, quizá también por eso, las encuestas que se van publicando demuestran que esa intensidad se la toman los votantes con una solución diferente a la del curso, donde el enfado era mayor, lo mismo que el hastío y el cansancio.
Que Podemos caiga más de un ocho por ciento en las encuestas desde enero es razonable por muchas cosas, pero sobre todo por Grecia. Que Ciudadanos caiga casi un tres por ciento desde abril también, pues sus votantes siguen esperando alguna explicación razonable a sus apoyos postelectorales tras las municipales y autonómicas. Lo de apoyar la gobernabilidad sirve mientras no hay ninguna idea mejor, pero lo de Andalucía sigue sin entenderse, se pongan como se pongan.
Y vuelve el bipartidismo... Es decir, volvemos al lugar del crimen, o de la corrupción, o como quieran llamarlo. Y no porque la renovación de los partidos mayoritarios se haya completado. Va poco a poco. Muy poco a poco, porque lo de Isabel Bonig en Valencia estaba cantado y lo de Carmona era un clamor, sino más bien porque las cosas que vemos hacer a los de Podemos y a los de Ciudadanos no sólo no garantizan que vayan a ser mejores, sino bastante peores. Y claro, más vale lo malo conocido...
Pero el regreso del bipartidismo de las encuestas tiene en el horizonte algo más: la anunciada reforma constitucional. Ya nos imaginamos lo que podrían hacer los de Podemos; y también los de Ciudadanos cambiando cromos a cambio de apoyos. Pero es que la Constitución es algo más serio. O por lo menos, eso pensamos algunos.
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