Paloma Pedrero

Resistir sin odio

La Razón
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No voy a hablar de París y sus asesinados del viernes. Sólo diré que para mí es la ciudad más bonita de Europa. Con el Sena en otoño.

No voy a hablar de las últimas mujeres muertas a manos de sus parejas. Las matan porque creen que son de su propiedad. La cacé, la penetré. Es mía. Mía para atenderme, lavarme, plancharme, relajarme, servirme, adorarme. La cacé y es mía. O de nadie.

Voy a recordar la hermosura del otro amor posible. Ese que se da en personas que se encuentran y al mirarse todo mal desaparece del universo. Porque el otro es otro. Y si el otro lo desea como yo, nos haremos compañeros. Miraré por su bien. Libremente siempre, esté o no conmigo. Porque si un día inesperado su mirada acabó con todo mal mi estela será infinita con la suya.

No voy a hablar de esos que nos enseñan que la gente es mala y la vida es tener. Que los deseos son muy caros y hay que cumplirlos. Da igual cómo. Pisando, agraviando, robando, dejando la moral en cualquier estercolero.

Voy a recordar a los ingenuos, esos que a pesar de su inteligencia, y quizá por ella, no pierden la bondad. La confianza en los desconocidos. Esos que descubrieron a base de labor por hacer conciencia, que es mucho más gratificante un momento de paz íntima en cualquier yerba y con cualquier amor, que un extenso trayecto de placeres utilitarios en soledad. O acompañado por el que está contigo para que se los ofrezcas.

Hoy no voy a hablar de ningún terrorismo, ni de estúpidos, ni de pervertidos, ni de desalmados. Hoy sólo quiero recordar a tanta buena gente que resiste sin odio esta violenta y persistente lluvia.