Cástor Díaz Barrado

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La Razón
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Los atentados que han acontecido en París han causado, con toda seguridad, una profunda conmoción en la sociedad internacional y, en particular, se han dejado sentir en el mundo occidental. Se han apreciado, con toda intensidad, el peligro y la crueldad de las acciones del Estado Islámico. El dolor es profundo y, desde luego, cabe responder a actos de esta naturaleza. Correspondería a la comunidad internacional adoptar las medidas para acabar con los defensores de Estado Islámico y con sus fuentes de financiación. Pero la comunidad internacional no ha sido capaz, hasta ahora, de responder a este reto. Los desacuerdos entre las principales potencias han impedido la adopción de una resolución por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Las respuestas que se vienen dando al surgimiento de Estado Islámico y a su extensión por los territorios de Siria e Irak y a la comisión de atentados por parte de sus integrantes son de índole unilateral y tienen lugar de manera autónoma. Ha llegado el momento de que la comunidad internacional acuerde posiciones comunes para acabar con los conflictos en Siria e Iraq y para restablecer un marco de estabilidad. El fin de Estado Islámico debe constituirse en una prioridad de la comunidad internacional. El mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales están en peligro y las respuestas no pueden ser otras que la cooperación en la lucha contra el terrorismo internacional y la adopción de medidas conjuntas por la comunidad internacional. No es el momento de vetar ningún tipo de decisión que ponga fin al conflicto sirio y que, de una vez por todas, haga desaparecer a Estado Islámico. Se aproximan tiempos de gran convulsión. Por eso, debemos mirar los intereses generales de la comunidad internacional y la defensa de los valores que, paulatinamente, han alcanzado un carácter universal. La barbarie de Estado Islámico no tiene cabida en el orden internacional.