César Vidal
Robolución (II)
Señalaba en mi último artículo que los medios están tan focalizados en el indigno gobierno de Maduro que pasan por alto las responsabilidades no pequeñas de los partidos históricos y de la oposición actual en el triunfo de Chávez y en sus repetidos éxitos electorales. Durante años no sorprende que así fuera. Chávez logró reducir en un porcentaje espectacular la pobreza. Cuestión aparte es que no tuviera la menor idea de economía, permitiera el surgimiento de una nueva corrupción rampante –la nueva robolución– y colocara a Venezuela en una situación de extraordinaria fragilidad económica. Todos los días se escuchan voces pidiendo nuevas sanciones internacionales y, al parecer, nadie parece percatarse de que Venezuela recibió un gran golpe económico cuando Obama pactó con el rey de Arabia Saudí la bajada artificial del precio del crudo. Esa medida – que, como tantas otras, fue pasada por alto por los que tanto hablan y tan poco saben– condenaba a la quiebra a la nación hispanoamericana. Si sus dirigentes hubieran sido gentes honradas y competentes, Venezuela hubiera pasado angustias para salir adelante. Como, por desgracia, el chavismo es un paradigma de la corrupción política incluyendo sectores dedicados al narcotráfico y además se caracterizan por esa necedad económica propia del socialismo, el resultado ha sido devastador. La tormenta preparada por la administración norteamericana anterior fue apocalíptica, pero es que, a bordo de la nave del gobierno venezolano, se encuentra una tripulación mezcla del más tonto del barrio y el más ladrón del pueblo. Si Maduro consigue llegar a noviembre sin que la nación a la que oprime entre en suspensión de pagos, verdaderamente Iker Jiménez debería invitarlo a su programa para que explique semejante fenómeno paranormal. Precisamente por ello, cuando la «robolución» chavista podría tener los días contados no estaría de más que aquellos que pretenden acabar con ella tuvieran un plan viable de futuro más allá de paralizar el tráfico, supieran si van a mantener la burla constitucional forjada por Chávez o a iniciar un proceso que establezca una legislación democrática y articularan una visión de la realidad que no pasara porque una intervención de Estados Unidos, un golpe militar o la suma de muertes de jovencitos con más corazón que cabeza llevaran a buen puerto un proceso para el que han sido incapaces de generar una estrategia y una táctica de éxito.
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