Restringido
Ronronoterapia
No es la primera ni será la última vez que hable en esta columna salutífera de mi animal favorito (incluyendo en la lista a los humanos). Y lo haré no sólo porque los Príncipes de la Libertad –los gatos... A ellos me refiero– ocupen la máxima jerarquía en mi escala de valores, sino también porque su virtud sanadora está más que probada. Un corresponsal anónimo ha enviado a mi correo lo que sigue... «La asombrosa capacidad de recuperación que se observa en los felinos después de un accidente está relacionada con la vibración sonora que produce su propio ronroneo. Ese sonido, que oscila en un rango de 20 a 140Hz, con dos dominantes armónicos, está estrechamente relacionado con su supervivencia y es utilizado por todos los felinos para fortalecerse, curarse y procurarse bienestar. El ronroneo es producido por el flujo sanguíneo de la vena cava al circular por un estrechamiento voluntario que el gato genera a su tránsito entre el hígado y el diafragma. De ello se deriva un campo vibratorio que tiene la capacidad de relajar todo su cuerpo y que durante mucho tiempo se asoció a un estado de satisfacción, pero los gatos también ronronean cuando sienten dolor o angustia, ya sean la una y el otro propias o ajenas. Lo hacen no sólo para ayudarse a sí mismos, sino también al resto de los animales, sin excluir a los hombres». El ronroneo, que alguna vez se ha definido como la banda sonora de la paz, es un anabolizante y antiinflamatorio que se utiliza en medicina ortopédica para la consolidación de fracturas y el tratamiento de la osteoartritis, el alivio del dolor agudo y crónico, la pérdida de densidad ósea, la atrofia muscular, la disnea, la reparación de tendones, la movilidad de las articulaciones, la regeneración de los tejidos y la cicatrización de las heridas. No sólo eso. El ronroneo gatuno también estimula la producción de serotonina y de endorfinas, que son las hormonas de la felicidad. Joel Dehasse, catedrático de veterinaria en Bruselas, sostiene que los mininos son expertos en deshacerse de las energías negativas y pueden percibir e identificar los trastornos emocionales y neuronales de quienes los acarician. Difícilmente padecerá insomnio o acusará los efectos del jetlag quien duerma con un gato. Háganlo. Quien lo probó, como del amor dijera Lope, lo sabe. Ronrón, ronrón, ronrón... Y miau.
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