Julián Redondo
Roura y el «milanazo»
E n Anoeta perdió el Barcelona el único partido de Liga. Lo arbitró Undiano Mallenco. Jordi Roura quiere hacernos creer que fue cómplice de la Real Sociedad en su derrota; no le gusta y, además, le considera «permisivo» con el Madrid. Le traicionan los nervios y, sobre todo, el «milanazo». La visita del «eterno» podría haber sido celebrada con fanfarrias en el Camp Nou, porque el 1-1 es resultado favorable y el liderazgo liguero le dota de una manifiesta autoridad; pero como la exposición azulgrana en San Siro fue un fiasco y el 2-0 pende sobre su equipo cual ceremonia de los Goya, Jordi, novato en estos fregados, ha patinado. Incluso el Sevilla, que rozó la gesta, posiblemente ha contribuido al desliz. Demasiadas dudas en el momento crucial. Así que si hoy triunfa Mourinho, que Undiano se dé por jodido; y si el finalista fuera el Barça, también.
Roura ha tenido el mal gusto de señalar al árbitro y se lo ha puesto a huevo a «Mou», que sustituyó a Karanka en la sala de prensa para contestar con la ironía, o lo que sea, que le caracteriza. Entre medias de una cadena de respuestas monosilábicas, aprovechó para hurgar en viejas heridas; aludió a «las lecciones de deportividad del Barcelona, que no habla de los árbitros, que no presiona, que no los rodea para que enseñen tarjetas a los rivales; que no simula...», y se marchó. Tenía que pensar en la alineación y en convencer a Ramos y a Di María, que pierden el oremus más a menudo que Roura, de que poner a prueba la permisividad de Undiano sería inconveniente y censurable en tal día como hoy.
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