Alfonso Ussía

Rueda de prensa

La tiranía comunista que impera en Corea del Norte es cruel y despiadada. Pero algo hay en su estética de divertido, quizá por su alto nivel de ridículo. Cuando falleció el padre del actual forajido Kim-Jong-Un se sucedieron escenas patéticas. Centenares de generales con condecoraciones hasta los muslos, lloraban como histéricas plañideras la muerte de su Guía. El heredero –los regímenes comunistas gustan mucho de los automatismos dinásticos de las Monarquías occidentales–, no fue otro que un bicho bola inexpresivo, Kim-Jong-Un, al que se le supone un carácter muy retorcido por el pavor que inspira a sus millones de esclavos.

Corea del Norte presume de haber diseñado un nuevo proyectil capaz de alcanzar las costas de California. Lo narra magistralmente, acompañando una fotografía deliciosa, Alfredo Semprún. En LA RAZÓN, obviamente. El nombre del nuevo misil, en principio, asusta. El Kwangmyongsong-3 K-3. Me recuerda a don Santiago Bernabéu, cuando de niño le pregunté por un próximo rival del Real Madrid, el Kilmarnock escocés: «Mira hijo, con ese nombre, tiene que ser un equipo cojonudo». Ya puede California atarse los machos, porque si a la bolita de sebo le da por apretar un botón y lanzar el Kwangmyongsong -3 K-3, se puede armar la gorda. No obstante, existen muchas probabilidades de que no funcione, como sucede frecuentemente en las tiranías. Fulminado el comunismo en la URSS, acompañé a cenar a Don Juan De Borbón con el entonces embajador de Rusia, Igor Ivanov. Se unió al grupo el Ayudante de Don Juan, el hoy contralmirante Teodoro de Leste. Ivanov, que siendo tercer secretario de la embajada de la URSS con Sergio Bogomolov de embajador, era el que mandaba de verdad, a pesar de su juventud. Tenía contactos con la KGB, y Bogomolov, no. Para colmo, Bogomolov gastaba sus horas controlando a su mujer, una belleza eslava de muy difícil superación y que le ponía los tarros con dos jugadores de baloncesto. En aquella cena, Ivanov invitó oficialmente a Don Juan a Rusia, pero Don Juan había comenzado su definitivo camino final y no se encontraba con fuerzas. Lo que Don Juan quería conocer era la situación de la Armada rusa del Báltico, en apariencia poderosísima. Ivanov le puso al corriente en un minuto: «Sólo pueden navegar cinco barcos. El resto está amarrado hasta que tengamos dinero para repararlos». Envoltura sin contenido. De ahí la caída del Muro de Berlín.

Pero los soviéticos cuidaban de la estética. Este malhechor de Corea del Norte, pasa de las apariencias. Para celebrar el nacimiento del misil ése cuyo nombre no pienso repetir, el bicho bola convocó a la prensa. Ahí está, sentado, e informando a los periodistas, los cuales a su vez, toman respetuosas notas. Son doce los intrépidos reporteros que rodean al gran Líder. Diez llevan gorra y están uniformados. Dos, probablemente los más peligrosos para el Régimen, trabajan descubiertos. Los diez uniformados son periodistas del diario militar, y los dos vestidos de calle son del periódico Civil, que a su vez, depende del diario Militar para que la información se mantenga perfectamente coordinada. Una formidable muestra de la libertad de prensa, de expresión, de información y de opinión que impera en Corea del Norte. Creo que es uno de los documentos gráficos del año.

Lo malo es que alguno, por estas latitudes, puede haber tomado nota del asunto. No sé, pero me figuro a Mas sentado y a los periodistas de su Sistema, con gorra, tomando notas, y sólo me falta la Rahola para completar el cuadro. Pura diversión sin perversa intención alguna.