Cristina López Schlichting

Saturno devora a sus hijos

Faltan 28 millones de europeos, los hemos abortado en 20 años. Un millón de abortos anuales. Cuántas sinfonías sin componer, cuántos cuadros de pintar, cuántos edificios sin construir, cuántos abrazos sin dar, en ausencia de todas las personas que pudieron estar y no están. Europa ya no será nunca lo que pudo haber sido con ellas, sus risas, su afecto, sus esfuerzos para empujar. España lleva la delantera. Aunque estamos terceros en el ránking macabro, detrás de Reino Unido y Francia, tenemos que recordar que Reino Unido tiene 50 millones de habitantes y Francia, 65 millones. Les sobrepasamos en abortos por cabeza. Hablar de ayudas a la familia es imperativo, pero no es la panacea. La pregunta es quién puede dar a los europeos el valor que les falta para tener hijos. Ya no podemos parir. Estamos aterrorizados por los bajos sueldos, la precariedad laboral, la censura social. Ante todo, nos negamos a sufrir. Hemos decidido fundamentar nuestra felicidad en el bienestar y la ausencia de sacrificio y, sencillamente, las cuentas no salen. La vida está hecha a partes de iguales de alegrías y dolores, pretender cambiarlo es inútil. Si concibes la existencia como el equilibrio perfecto, jamás podrás entregarla a nada grande. No se puede coronar una cumbre sin jadear de angustia, es imposible descubrir algo sin largo trabajo previo, inútil pretender escribir algo hermoso sin años de estudio. Qué decir de la tarea más grande: es imposible ser padres sin angustia, trabajo, esfuerzo. Por lo tanto... tenemos que abdicar de ser padres. El terror es más fuerte que ilusión, el miedo sobrepasa al deseo. Y ésa es nuestra condena, devorarnos a nosotros mismos, como Saturno. Ver cómo nuestros países envejecen y se debilitan y se quedan sin futuro y seguir abortando a nuestros vástagos, presas del pánico ¿Quién nos devolverá la ilusión por el futuro?