El desafío independentista
Se acabó
El nacionalismo catalán es un movimiento político surgido a partir del catalanismo, movimiento cultural nacido en la Renaixença que quería recuperar el uso de la lengua catalana como lengua literaria y de cultura, materializado en los Juegos Florales. El nacionalismo catalán tuvo mucho que ver con el despegue industrial y económico de Cataluña de finales de siglo XIX. Sobre todo a raíz de la repatriación de capitales que trajo el «desastre del 98», que también fue aprovechado por el nacionalismo para desprestigiar, aún más, la imagen de España. Pero en las siguientes décadas el nacionalismo creció a gran velocidad. Los nacionalistas han reinventado una historia donde Cataluña ha sido oprimida por España. Cambó escribió en sus memorias: «Como en todos los grandes movimientos colectivos, el rápido progreso del catalanismo fue debido a una propaganda a base de algunas exageraciones y de algunas injusticias», y Prat de la Riba nos aporta otro valioso testimonio: «Había que acabar de una vez con esa monstruosa bifurcación de nuestra alma, había que saber que éramos catalanes y que no éramos más que catalanes, sentir lo que no éramos para saber claramente, hondamente, lo que éramos, lo que era Cataluña. Esta obra, esta segunda fase del proceso de nacionalización catalana, no la hizo el amor, como la primera, sino el odio». Este odio fue dirigido contra quien había sido identificado como el enemigo. El nacionalismo lleva un siglo manipulando la historia, y la sociedad catalana ha asumido esos hechos como reales, mostrando un evidente desconocimiento de la historia de Cataluña. Más de un siglo de manipulaciones, mentiras y exageraciones que han conseguido que varias generaciones de catalanes hayan asumido la farsa como algo natural, con absoluta buena fe. El fruto de esta manipulación, de esta siembra de mentiras y odio, no podría ser otro que el que es: el rechazo a España. Especialmente en nuestra juventud, adoctrinada en las escuelas y hoy tristemente evidenciado con la proclamación de una independencia fallida, pero que ha destruido la convivencia entre catalanes. En los últimos años una conjunción de factores ha multiplicado el separatismo en Catalunya. De un lado una impresionante maquinaria propagandística, con cientos de millones de euros invertidos en la manipulación histórica, la atonía de un estado incapaz de defender a los catalanes que se sienten españoles, una educación perversa y unos personajes que han ejercido de mediadores propalando una sensación de pactismo y falso diálogo que han precipitado a España a la peor crisis vivida en la última centuria. Y un abandono (o una dejadez) de la idea de España por parte de las instituciones. El próximo 21 de diciembre los catalanes tenemos la gran oportunidad de mandar a la papelera de la historia al nacionalismo y desvanecer la pesadilla separatista. El sueño separatista debe llegar a su fin. Se acabó la mentira. Se les acabó el dinero para la propaganda. Se acabó.
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