Marta Robles
¿Se lo merece?
No sé si Asunta se merece lo que está pasando con su recuerdo, con su intimidad y con su vida. Ya no está, lo sé. Y su muerte ha sido violenta, soy consciente. Como también lo soy de que por más horror que me provoque, las pruebas señalan a sus padres como asesinos e incluso hacen sospechar de un móvil económico y hasta de otros crímenes previos. Todo esto lo sé, como lo sabe toda España, porque nos hemos empeñado en que trascienda, en que se vayan conociendo todos y cada uno de los más mínimos y escabrosos detalles. Se trata de que saquemos conclusiones, de que nos precipitemos a juzgar y de que coloquemos esta tenebrosa historia en nuestras conversaciones. ¿Lo merece Asunta? ¿Lo querría Asunta? Nadie ha vuelto de la muerte y, por tanto, no se puede asegurar si hay vida después, o cómo es, en el caso de haberla... Pero yo me atrevería a afirmar, con total convicción, que si Asunta volviera, no querría ver lo que está pasando con su historia. Cómo se manosea, cómo se utiliza para llenar horas de televisión y páginas de prensa. Hasta pienso que sentiría compasión por sus padres, sean culpables o no. Entiendo que los casos de violencia y homicidio conmocionan a la sociedad de tal manera que es imposible dejarlos en manos de la Justicia. Pero creo que el impedir que las investigaciones sigan su cauce discretamente lleva a que muchos de ellos no se lleguen a resolver nunca y a que se conviertan, simple y llanamente, en un desgraciado espectáculo que yo, perdónenme, no quiero aplaudir.
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