Pilar Ferrer
Sin corto recorrido
Era un 25 de octubre, y hacía frío en Madrid. No así en el interior del Palacio de La Moncloa, dónde Adolfo Suárez había diseñado el gran Pacto de Estado para una situación política y económica. Recuerdo bien cómo aquella tarde, el PSOE había desplegado toda una campaña mediática, porque Felipe, a través de su mano derecha, la ya desaparecida y apodada «teutona», la alemana Helga Soto, quería a toda costa firmar el acuerdo. Allí estaban todos, la derecha, la izquierda y los agentes sociales. Una foto, una época, y un sentimiento, para recordar.
Se invoca ahora esa cultura del pacto, pero ya no caben imágenes, sino contenidos. El líder del PSOE lo reclama, tal vez porque lo necesita, y es bien venido. Pero Mariano Rajoy, en su fuero interno y sabiduría política, puede recordar aquella frase de Winston Churchill: «En política, no cabe el corto recorrido». En efecto, la perspectiva, el olfato y, sobre todo, saber con qué y quienes se juega, son importantes. Máxime, cuando sobre el espacio electoral se ciernen sombras que amenazan el bipartidismo y la estabilidad. Pactos, sí, pero con profundidad, que legislación abunda para ello.
Como en aquella tarde otoñal, los dos grandes partidos pueden, y deben, buscar el acuerdo. Pero no cómo una tabla de salvación para el Gobierno, que manda y legisla, o para el líder socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, que es ahora su objetivo, bien necesitado de apoyos, incluso entre los suyos, sino como un pilar básico para el Estado. La crisis, el modelo territorial, la seguridad del Estado, la presencia europea, y tantos más, necesitan acuerdos. Pero nunca vacíos. Aquí hay en el Congreso normativas de alto calado político para consensuar, más allá de ese corto recorrido, que diría el gran político británico. Un pacto, largo y con altura de miras.
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