Toni Bolaño
Sin derecho a decidir
El consejo nacional del PSC fue ayer el escenario de una batalla. De momento, incruenta. Se tantearon fuerzas. Navarro arrasó al sector crítico que presumía de representar al 25 por ciento del partido. Apenas fue apoyado por un 13 por ciento. «Muchos hemos llegado a la calle Nicaragua a piñón fijo con Navarro. No tanto porque estemos de acuerdo con él, sino porque es hora de cerrar filas», manifestaba un miembro del consejo nacional.
Sin embargo, todos saben que la batalla ni siquiera ha empezado. En el ambiente sigue pendiendo la espada de Damocles. Lo resumía así una delegada afín al primer secretario: «Han perdido de forma importante pero eso no les va amilanar. Romperán la disciplina de voto y no respetarán la democracia interna. Mucho hablar del derecho a decidir pero se cargarán el derecho a decidir del PSC». Otro remachaba en la misma línea. Lo decía con pesar. «Cuando llegue el momento –la votación en el Parlament pidiendo la cesión de competencias al Estado para celebrar una consulta– los críticos votarán diferente».
Después del consejo nacional, el riesgo no se aleja. Al contrario. Ros y Elena rompieron las hostilidades exigiendo una votación secreta de las dos resoluciones que se presentaban a los delegados. Ninguno de los dos habló de división. Sólo lo hizo Laia Bonet y para muchos «cometió un craso error». El sector crítico «no ha bajado ni un ápice de sus tesis», afirmó una delegada para aventurar que «la ruptura llegará en el Parlament». El número dos del PSC, Antonio Balmón, no habló. Estaba afónico pero muchos recuerdan sus palabras la pasada semana: «Si no se respeta la voluntad de la mayoría la única respuesta posible es política». Si se tiene en cuenta que miembros de la dirección descartan las multas porque «el tiempo de las multas ya ha pasado», la conclusión es clara. Si rompen la disciplina serán expulsados. Y todo apunta que lo harán, so pena que el revolcón recibido les haga reflexionar.
«Algunos han jugado con fuego y se han quemado. El problema es que van a provocar que se queme el PSC y luego la sociedad catalana por una consulta que no se va a hacer. Hoy hemos discutido sobre la táctica a seguir. De la estrategia nadie se ha acordado» reflexiona una delegada socialista, claramente deprimida. Teoriza sobre el presente pero recuerda el pasado más inmediato. «El PSC hizo el ridículo subiéndose al carro del derecho a decidir. Ahora no tengo tan claro que nos tengamos que bajar, pero no podemos estar todo el día poniendo palos en las ruedas de la ejecutiva», certifica. Acabó el consejo nacional y todos volvieron a sus casas en un ambiente rupturista. La mayoría cree que ya es inevitable. «Oído lo oído, la minoría no dará su brazo a torcer. Los veremos en breve dándose el pico con CDC o con ERC. A la primera dejarán tirada a la mayoría del PSC». Toda una sentencia.
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