Julián García Candau

Sobran ultras

El Real Madrid es el club más sancionado de Europa gracias al grupo Ultras Sur. Desde el fondo del estadio han surgido las mayores barrabasadas de los campos españoles. Desde agredir al árbitro austriaco Linemayer hasta derribar la portería, han hecho de todo. Al club le costaron estos desmanes jugar partidos europeos fuera del Bernabéu. En Mestalla y Málaga. Los Ultras Sur fueron patrocinados, mimados y protegidos por más de una directiva. Se les concedió despacho con teléfono en el estadio, lugar en el que guardaban banderas y pancartas y, además de verse beneficiados en viajes y la compra de localidades, en el recinto madridista entraban por la cara. En las localidades cercanas a la hierba se han exhibido banderas inconstitucionales y hasta nazis. A uno de los jefes hasta se le proporcionó trabajo como jardinero en el Hospital de San Rafael.

Últimamente parece que se había reducido el poder de los muchachos, que, además, han discutido por el mando. Florentino Pérez nunca los vio con buenos ojos, pero aún consintió que hubiera cupo de entradas para ellos. Ahora, se han sentido menospreciados y han dejado de ocupar los asientos de balde de que gozaban. El Madrid, como otros clubes, interpretó que estos grupos proporcionan apoyo al equipo e inducen a la grada a animar. Sin ellos, el estadio también responde con afecto. Sin ellos, hay más serenidad. Su ausencia no es para mesarse los cabellos. Tengo la impresión de que no se les echará de menos. Los buenos de la película siguen allí.

Posdata. Joan Laporta en el Barça recondujo a los Boixos Nois. Fue su mejor decisión social.