Alfonso Ussía

Submarinos y poetas

En muy pocas ocasiones se han averiado los motores del inteligente «Submarino» de nuestro periódico. Hoy, leyendo con interés el resumen de su última navegación, me permito la disidencia. Escribe «El Submarino» de poetas y gentes del cine, y finaliza así su singladura: «Ya se sabe que a la izquierda le gusta mucho apropiarse de la cultura como si fuera de ellos, pero no todos piensan lo mismo». Por supuesto que no todos pensamos lo mismo. Y menos aún, que la gente del cine represente a la cultura. Eso no es la cultura, estimado «Submarino», y ha caído usted con toda su tripulación en la trampa. La cultura está en los despachos libres, en las academias, en las bibliotecas, en las cátedras y en los museos. Está en las cumbres de las profesiones humanistas, en el dominio de las lenguas clásicas, en la interpretación libre de la pintura y la escultura, en el dominio del lenguaje y en la ciencia. Nada de eso destaca en el pequeño mundo de la «Ceja».

La cultura es la que busca establecerse más allá del horizonte, no la recreación viciosa de un ombligo con pelotillas.

Es justo admitir a Luis García Montero, candidato de Izquierda Unida a la Comunidad de Madrid, en el espacio de la cultura. Es un notable poeta. Pero se antoja injusto compararlo con Penélope Cruz y su marido, el nieto de Bardem. Si Pablo Iglesias busca para Podemos un poeta que cubra la ausencia cultural de su partido, que lo haga en el mundo de la cultura, no en el cansino y cenizo de la sobreactuación, la vanidad y la oquedad intelectual. Por otra parte, creo recordar que ya tiene a su lado a un limitado actor cuyo padre, recientemente fallecido, fue un ilustre dibujante de ABC por el que Antonio Mingote se interesó cuando fue brutalmente despedido del diario «El País», del que fue ilustrador fundacional. Sí, aquél que dijo con voz solemne que no pueden existir las dictaduras de izquierdas. Esa cultura.

García Montero está en la esquina más radical de la izquierda. Es comunista. Pero su obra poética no puede juzgarse desde la condición de su ideología. Picasso, que a su manera era también comunista, logró que las paredes de los millonarios de todo el mundo exhibieran sus obras.

La cultura está en las personas cultas, no en un sistema atroz y fracasado que por desgracia, aún cuenta con partidarios en el mundo. La cultura no está en los muros, en las cárceles, en la censura y en las fronteras clausuradas. Un comunista feliz es aquel que vive en un sistema que no es comunista. Lo peor que le puede suceder a una persona culta que padece la represión de un sistema comunista es que no la maten. Sholzenytsin adivinó en la muerte la liberación del tedio y el horror del comunismo. Iglesias recomienda la lectura de los textos de Stalin, el mayor asesino de la Historia de la humanidad. Bueno, está bien, que busque por ahí.

Esa «cultura» que denuncia el «Submarino» se ha limitado a leer guiones e interpretarlos, en su mayoría, muy malamente. Eso es otra cosa, y habrá que conseguir su definición y encontrarle un sitio en el significado de la palabra, pero no es cultura. Es, simplemente, un aburrimiento, una feria de vanidades hortera y vacía. Además, que cometería un grave error quien creyera que por tener en su candidatura adornos innecesarios cuenta con mayores posibilidades de éxito. Si así fuera, que busquen futbolistas, que llevan tras de sí a millones de seguidores y no presumen de otra cosa que de pegarle bien a un balón.

Escriben en España centenares de poetas, casi todos ellos, malos. Pero cultos y afanosos. Alguno habrá dispuesto a contrarrestar la presencia de García Montero en Izquierda Unida. Es cosa de reunirse. -¿Está don Pablo?-; -no se puede poner en este momento. Está reunido con la comisión de poetas-. Quedar, lo que se dice quedar, queda bien, aunque no sirva para nada. Pero los titiriteros de la «Ceja» no forman parte de la cultura. «El Submarino» ha caído en la trampa.