Julián Cabrera
Susana, ¿estás ahí?
Si hay un «AVE» en Santa Justa esperando trasladar a Atocha a Susana Díaz, puede que demore su partida. La historia del PSOE en las últimas décadas está plagada de barones y dirigentes que volcaban su discordancia con la dirección federal en el terreno de la filtración, el malestar en los pasillos del Congreso o algún que otro calentón ante la Prensa. Después, llegaba la hora de la verdad de un Comité Federal y los humos eran otros. Creo por ello más que justificado mi escepticismo ante la actitud de quienes avisan a Sánchez sobre las líneas rojas del entendimiento con quienes pretenden romper el país, sobre todo porque en su escala de valores suele primar la política de la supervivencia y de los «cordones sanitarios» frente al Partido Popular. Busquen si no, en el próximo Comité Federal a quienes quieran cargar con el estigma de haber impedido un posible gobierno de la izquierda y además abocando al partido a una nueva y poco gratificante cita con las urnas. Puede que no los encuentren.
Tal vez por ello, no es del todo exacto lo apuntado por Rajoy a propósito de una reedición del «pacto de Tinell», sobre todo porque el espíritu de ese pacto excluyente firmado hace ahora doce años y un mes para aislar al PP por entonces aún liderado por Aznar no se ha reeditado, sencillamente nunca ha dejado de aplicarse siempre que las matemáticas lo han permitido, ya fuera en gobiernos autonómicos, en diputaciones, en ayuntamientos, en mancomunidades o allá donde estuviera en juego el poder. La situación actual del PSOE tampoco ayuda a contemplar cualquier entendimiento con el PP, por mucho que lo reclame el interés general, máxime cuando la disyuntiva es, o la Moncloa y después ya se verá, o las urnas con previsible fuga de fieles a la parroquia «podemita» de enfrente.
Seamos claros, desde el momento en el que la noche del 20-D la suma de PP y Ciudadanos ni siquiera se acercaba a la mayoría absoluta, ya comenzó a tirarse de manual a propósito de la «sentencia» de los españoles en pos de un supuesto giro hacia políticas progresistas.
El «préstamo» de senadores a los dos grupos independentistas catalanes ha sido toda una tarjeta de visita a dos formaciones cuya abstención podría ser clave en una hipotética –o no tanto– investidura de Sánchez. De otro lado, en Podemos saben que no sería tan sencillo explicar a su flamante electorado en toda España el fracaso de un acuerdo con los socialistas sólo por el empecinamiento en un referéndum por el derecho a decidir en Cataluña, pero, sobre todo, el innegable malestar de dirigentes socialistas con la arriesgada, cuando no temeraria apuesta de su actual líder está por ver si tiene reflejo en el próximo y puede que decisivo Comité Federal, más allá de puntuales golpes de pecho y por mucho que se corra el riesgo de gobernar embridados por «mareas» de todo tipo. Ese es el papelón de los Vara, Page, Fernández y sobre todo Díaz... y Sánchez, vaya que si lo sabe.
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