Ely del Valle
Todos quietos
Cuando está a punto de cumplirse un trimestre desde las últimas elecciones, y a menos de la cuarentena para entrar de lleno en las terceras, la estrategia de los diferentes actores de esta tragicomedia es la de quietos parados. Nadie se mueve, nadie hace un gesto, nadie habla con nadie, a la espera de unas elecciones autonómicas que algunos confunden con el maná. Las negociaciones, pocas o muchas, han dejado paso a las arengas de campaña en las que cada cual se reafirma en lo que ya ha repetido hasta la saciedad, Rajoy con el espíritu iluso de quien todavía cree que va a convencer a Sánchez a golpe de urna; Rivera con el temor de que el agujero por el que se le escaparon los escaños el 26-J sea en realidad un boquete; Iglesias, siguiendo el guión del gobierno del cambio pero sin insistir demasiado para no provocar la bajamar de sus mareas, y Sánchez atornillándose en lo suyo e intentando desesperadamente mantener prietas unas filas que se le deshilachan, no tanto por las costuras de la militancia como por el dobladillo de los votantes y la pasamanería de sus barones.
Ahora resulta que todo lo fiamos a unas elecciones autonómicas que son, miren ustedes por dónde, la panacea que nos va a resolver la vida. Volvemos a las calculadoras, al baile de combinaciones y las hipótesis. Retórica y matemáticas. Por lo visto, ahora son los gallegos y los vascos los que, de rebote, van a determinar con su voto si hay o no posibilidad de formar gobierno, si Rajoy consigue la investidura y si Sánchez sigue siendo secretario general o pasa a la reserva. Hasta entonces que nadie se mueva, no vaya a ser que se nos desbaraten los castillos en el aire y se nos descuadren las cuentas. Y todo para que el día 26, sean cual sean los resultados, todo siga igual. Fijo.
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