Francisco Marhuenda
Tolerancia cero con la corrupción
La corrupción no es ni un fenómeno reciente ni una «epidemia» que afecte sólo a nuestro país, sino que se remonta a la Antigüedad. Es una de las actividades más continuas, desgraciadamente, en la historia del hombre. Las primeras civilizaciones muestran enseguida prácticas corruptas en las que se persigue el enriquecimiento y el poder. No es algo que afectara a una minoría, sino que se encontraba en todos los estratos sociales. Ningún país ha conseguido erradicar la corrupción. Lo importante es la contundencia con que se combate, así como los mecanismos de control y transparencia que dificultan este tipo de comportamientos. La corrupción no afecta sólo a los políticos, sino que la encontramos en otras actividades de la vida cotidiana. La historia es prolija a la hora de mostrar trayectorias exitosas sustentadas, precisamente, en la corrupción. En muchos casos, además, ese éxito llevó aparejado el reconocimiento social. No sólo en las siguientes generaciones, sino que el propio «triunfador» conseguía lavar su pasado con títulos nobiliarios o generosos mecenazgos que le permitían elevarse hasta la cúspide social en una nación, una ciudad o incluso un pueblo. La sociedad moderna, afortunadamente, se ha vuelto mucho más exigente, pero hay mucho camino por recorrer. Es también una posición ética que no debemos exigir sólo a los políticos sino a todos aquellos que nos rodean. Es cierto que nos causan estupor los enriquecimientos escandalosos e incluso la desfachatez con que algunos individuos han mostrado su «éxito». Tanto el corrupto como el corruptor necesitan mostrarse como nuevos ricos. Los últimos escándalos que han afectado a la política española hacen necesario adoptar medidas duras y contundentes como las que está impulsando Rajoy. La mayoría absoluta es, una vez más, una enorme oportunidad para ir hasta el final.
Rajoy tiene una trayectoria impoluta que le otorga una gran credibilidad para hacer frente a uno de los problemas que más inquietan a los españoles. Es cierto que la política pasa por un mal momento, pero será muy fácil recuperar la credibilidad en medio de esta crisis económica e institucional si se afronta el problema con firmeza. No hay otra opción que la tolerancia cero. En un momento en que no ha habido otra salida que subir los impuestos, impulsar importantes reformas y emprender recortes, los ciudadanos esperan que los políticos sean ejemplares. Una gran mayoría lo son y me parece lamentable la campaña de descrédito que se ha instalado, en laque lo más aplaudido es atacar a los políticos como si fueran una casta alejada de la realidad social. No puede ser que unos pocos perjudiquen la imagen de la política. La transparencia y los controles son piezas clave, pero también las reformas legales que permitan actuar con rapidez y ejemplaridad.
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