Toni Bolaño
Trámites de divorcio
Con educación. Sin elevar la voz pero con firmeza, Joaquim Gay de Montellà, presidente de la principal patronal catalana, ha puesto voz al malestar de los empresarios catalanes. Ha puesto letra a una música generalizada por toda Cataluña, que impregna a una buena parte de la sociedad catalana, en la que se entremezclan incertidumbre, preocupación, inestabilidad e incluso ansiedad. Algo que se resume en la sabiduría del refranero popular: «Entre todos la mataron y ella sola se murió».
Los empresarios catalanes no quieren asistir, ni justificar, este aquelarre como convidados de piedra. Gay de Montellà asume su responsabilidad sabiendo que no está solo. Además de Fomento del Trabajo, la empresa familiar, la pequeña y mediana empresa catalana, Cepyme, la Cámara de Comercio de Barcelona y otras entidades empresariales, han convocado un acto –inédito– de protesta para el día 14 de febrero. Es San Valentín, día de los enamorados, pero no parece ser el momento para «pelar la pava». Los patrones catalanes quieren ese día iniciar sus trámites de divorcio con Artur Mas y su transición nacional.
Gay de Montellà, ante el consejero de Empresa Felip Puig, ha pasado lista a su memorándum de agravios. A los empresarios no les gusta el acuerdo de Mas con ERC. Ni su política fiscal, que ha calificado de desacertada. Ni su austeridad enfermiza, que en privado califican de «austericida». Ni están por apoyar derivas soberanistas. En contraposición, el sucesor de Juan Rosell en la patronal, reivindica reactivación económica para crear empleo, pagar impuestos y sustentar el Estado de Bienestar. Pide diálogo, respeto a la legalidad y plantea recuperar el pacto fiscal como la solución, porque «es válido, necesario y posible». Por si fuera poco, niega la mayor. Reconoce que el sistema de financiación no funciona, que se ha malinterpretado la solidaridad y que es necesaria una reforma porque durante años Cataluña ha sido perjudicada. Sin embargo, ha matizado, e insinuado, que ese déficit fiscal en los dos últimos años ha pasado a mejor vida. O sea, no existe, que España no roba.
El dinero no quiere ruidos y el presidente de Fomento pide silencio en forma de pacto fiscal. Ni choque de trenes ni sociedad fraccionada. Apela a la responsabilidad. Negocien, ha exigido, a los gobiernos y aprueben un nuevo pacto fiscal que entre en la Constitución. Y si no es posible, cámbienla. Así de claro, sin pelos en la lengua ha cantado las cuarenta.
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