Julián Redondo

Tranquilos, juega Andrés

España gana al paso; los del Barça se parecen a sí mismos; da gusto ver a Andrés Iniesta; pero que empiece el Mundial. En un amistoso contra una selección del altiplano, tocar y mandar, sin más, equivale a dormir. Máxime, después de las diez de la noche. Porque no matan las balas sino la velocidad. El plomo como tal es una pesadez y en el fútbol correr es parte sustancial del espectáculo, como pasar el balón con precisión y criterio a quienes visten idéntica camiseta. El trasiego de la pelota de un lado a otro, sin profundidad, sin verticalidad, sin peligro para el contrario ni para la vida del artista, es castigo que en Sevilla no se combate ni con rebujitos. Se aguanta, porque aunque tarde, «La Roja» mejora. Y Bolivia no es Chile ni de lejos. Los chilenos que jugarán contra España el segundo partido del Mundial, muerden. No saldrán a empatar sino a ganar, como los holandeses, primeros rivales que, aún venidos a menos desde julio de 2010, reparten estopa como hace cuatro años. El ensayo, pues, ante los pupilos de Xabier Azkargorta, en términos taurinos tenía medio pase. Por eso ni se ha de encender la hoguera de las vanidades para ofrecer los sacrificios correspondientes, ni hay que cortarse las venas. Sólo fue un ensayo que, seguramente, no sirvió a Del Bosque para elegir descartes porque esa decisión, a la espera de los jugadores del Atlético y del Madrid, ya está tomada. La elección no dependía de Bolivia, así que no se haga ilusiones ni se dé importancia don Evo Morales; el meollo es médico y afecta a Diego Costa y a Jesús Navas, y su destino depende de su salud, no de un partido como éste. Ganado, por cierto, de penaltito, gol de Fernando Torres, y de golazo de Iniesta.