María José Navarro
Un español
En medio del huracán María, hay un español. No es un español cualquiera, aunque si fuera sólo un español cualquiera también merecería la pena contar su historia. Juan Vicente del Río vive desde hace siete años en San Juan de Puerto Rico, una isla ahora devastada, caótica y sin un plan de contingencia que haya previsto tanta destrucción. La red eléctrica está totalmente destruida, los edificios inundados. Lleva siete años en San Juan de Puerto Rico salvando vidas porque es el director de trasplantes hepáticos del Hospital «Auxilio Mutuo» en la capital de la isla, que tiene una parte vieja que es de las más bonitas del mundo. Allí llegó para convertirse en el primer cirujano que hizo un trasplante de hígado en la isla. Porque no se quería conformar, no quería quedarse en un hospital de la Comunidad de Madrid sin arriesgar y cogió su petate, a su mujer, a su hija pequeña, y dejó a sus dos hijos mayores en España. Juan Vicente acababa de volver a San Juan porque estuvo la semana pasada en Torrijos, Toledo, porque había fallecido su padre, un veterinario ilustre que tuvo cargos políticos después y que se había capado a media piara de la provincia. Desde Torrijos, fue enviado por su padre a aprender inglés a una chatarrería de un pueblo de Estados Unidos y fue el inicio de una carrera profesional exitosa, internacional pero sobre todo feliz por todas las vidas que ha salvado. Ahora camina por su casa de San Juan (de las robustas, de las que se han mantenido en pie) bastante preocupado, porque sabe que el centro de trasplantes donde trabaja ha quedado destruido, así que ahora van a sufrir un pequeño parón en la medicina especializada y se van a retrasar los trasplantes con lo que ello conlleva. En estos momentos donde nuestra identidad y hasta nuestro mapa está en juego, he querido recordar a Juan Vicente, uno de esos españoles que nos hacen sentirnos orgullosos de lo que somos, de lo que aportamos y sumamos. Espero que pueda seguir haciendo lo que le gusta, que es proporcionar felicidad a mucha gente que se siente por momentos desahuciada y que venga pronto a ver a su Atleti para darle un abrazo largo y cálido, como las tardes de San Juan.
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