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Un globo, dos globos, tres globos
Por lo visto no fueron muchos más los que llegaron a casa de la hoy ministra de Sanidad, Ana Mato, para la fiesta de cumpleaños de uno de sus hijos. Es igual, la ministra ya tiene la condena de lo que Felipe González, con una expresión que hizo fortuna, definió como «la opinión publicada».
Por aquel entonces, cuando los casos de corrupción acorralaban a los socialistas del cabo de Gata hasta Finisterre, como cantaba Pepe da Rosa en una suerte de coplilla-chirigota en los tiempos en que el personal hablaba de «Falcon Crest» y JR casi más que de fútbol, había que distinguir entre lo que decían los medios no afines y lo que en realidad pensaba y creía la gente, es decir la opinión pública. Da exactamente igual que se haya demostrado que los 7.000 euros de confetis no se soltaron en el cumpleaños de marras, sino en plena Puerta del Sol y para celebrar que el Getafe había subido a primera división de la liga de las estrellas.
Pero ya se sabe que algunos siguen practicando aquello de no permitir que la verdad les estropee un buen titular. Sobre el resto de asuntos de los que acusan a la señora Mato habrá que esperar para saber si son ciertos o si estamos ante otro globo pinchado.
No sé si al final el gran globo de los papeles de Luis Bárcenas, cuyos originales nadie ha visto, terminará por desinflarse, pero la irrupción del ex juez condenado en firme por el Tribunal Supremo por prevaricador y su apoyo a quien parece haber filtrado los papeles apócrifos de los presuntos sobresueldos, puede ser todo un síntoma de que quienes han unido su suerte a esos papeles, es decir los socialistas y los que llevan años practicando el «fuego amigo», empiezan a recurrir a los últimos cartuchos. Lo mismo con el reciente temporal la pólvora esta mojada.
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