Reyes Monforte
Un milenio después
Sinceramente, no veo dónde está el problema, a no ser que lo busquemos y lógicamente, no tardemos en encontrarlo. La idea del Papa de unificar la fecha de celebración de la Pascua de Resurrección al segundo domingo de abril para que todos los cristianos puedan celebrarla juntos parece lógica y no especialmente difícil de conseguir. La posición de la iglesia ortodoxa puede llevar días de plática hasta llegar a un acuerdo, pero la preocupación de algunos parece venir por las vacaciones y el turismo, más interesados en las tumbonas y los bronceadores que en la última cena, la muerte, el sepulcro y la resurrección de Cristo, que imagino que es en lo que piensa el Papa cuando habla de Semana Santa. Pero cada uno tiene su imagen de esta festividad y negarlo sería absurdo. No creo que suponga un problema para el turismo, más bien al contrario. Siempre será más fácil organizarse al tener una fecha fija y conocerla de antemano que andar pendientes del viernes posterior a la primera luna llena después del equinoccio de la primavera. Y ver en la climatología un inconveniente es surrealista, ya que tal y como está el tiempo, cómo para fiarse de calendarios y refranes meteorológicos. La Navidad se celebra el 25 de diciembre, aunque en Brasil lo hagan en bañador en cualquiera de sus playas y en Finlandia no vislumbren a Papa Noel, perdido en alguna tormenta de nieve. Se supone que lo importante es lo que se celebra, no cómo se haga. Una festividad, religiosa o no, es siempre mejor cuando se celebra de manera conjunta. Después de casi mil años, quizá sea hora.
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