Jesús Fonseca

Un Príncipe sostenible

Los españoles marcamos el paso en el mundo bastante más de lo que pensamos. Así es en ámbitos como el de la gestión del medio rural, los residuos, salud colectiva, participación social, modelo de ciudad. Todo eso que se llama la sostenibilidad. España contribuye así al bienestar de mujeres y hombres. Iberoamérica, donde España viene favoreciendo un mejor nivel de vida de su población que evite el declive de la estabilidad social, es una buena prueba de esto que digo. Así lo ha recordado (menos mal que alguien lo hace) muy oportunamente estos días el Príncipe de Asturias, ante una selecta audiencia tanto nacional como internacional, con motivo del segundo foro global de sostenibilidad. Pero a lo que iba: son muchas las actuaciones de España que constituyen motivo de orgullo. Y conviene reparar en ello en tiempos de incertidumbre y desánimo. Entre ellas, la forma en la que estamos abordando todo lo relacionado con la preservación del capital natural y de nuestro funcionamiento energético. Pero no sólo. «Sostenibilidad significa, asimismo, acceso de todos los hombres y mujeres a los beneficios del crecimiento económico e implica, igualmente, comprender que todo esto no nos pertenece. Que somos sólo usufructuarios durante algún tiempo. Que esto pertenece, por igual, a futuras generaciones». En ello ha insistido, también, Don Felipe. Acierta el Príncipe de Asturias al apelar a la necesaria armonía entre ecología, economía y sociedad, porque ése es el gran reto de nuestro tiempo. La mejor forma de construir la paz. Es posible vivir igual o mejor que lo hacemos hoy sin necesidad de agotar nada. Pero sería un inmenso error pensar que todo va a poder seguir siendo igual si no domesticamos nuestro crecimiento.