«Vergogna»

Hay víctimas que se hacen invisibles a los pocos segundos de conocer su historia y muertes que parecen que no son o que pasan inadvertidas como si fueran una parte más del paisaje, que ya ni siquiera son merecedoras de nuestra atención más allá de los pocos segundos que dura un titular. Hace unos años las muertes a bordo de una patera ocupaban las portadas, abrían informativos y alimentaban las tertulias mediáticas y las del café. Entonces aquellas imágenes dolían y ahora parece que duelen menos, a no ser que el drama de hoy supere con creces al de ayer. De esa rutina, de ese acostumbrarse al drama del que hablan las imágenes se alimentan a dentelladas y a dos carrillos las principales mafias relacionadas con la inmigración que operan allí donde la desesperación empuja a jugarse la vida por sobrevivir. Por eso las pateras que llegan a España o a Marruecos parecen un juego de niños comparadas con las que llegan a las costas italianas, especialmente a Lampedusa, convertida en un parque temático de las mafias de la inmigración donde cabe de todo, desde las mafias de tráfico de órganos a la de trata de blancas, especialmente de niños, entre otras muchas.

Y lo peor es que viendo a ministros mandando callar a dedazos a las víctimas y a políticos recurriendo a Julio Iglesias para mejorar las relaciones internacionales, esto no parece tener mucha solución, al menos en manos políticas. Ni siquiera las palabras del Papa calificando de «vergogna» la muerte masiva de inmigrantes en un naufragio de una patera en Lampedusa pareció alterarles más de dos días. Sinceramente, hasta que no veamos a políticos dentro de las pateras no creo que reaccionen.