Rosetta Forner

Vida interior

La Razón
La RazónLa Razón

El síndrome de Asperger no significa que esa persona no sienta, ni carezca de inteligencia, más bien al contrario. Su mundo interior es tan rico, al menos en un caso que conozco personalmente, que he llegado a pensar que relacionarse con el mundo exterior carece de aliciente por cuanto no les ofrece ese universo con tantas galaxias. Recordemos el caso de Temple Granding, cómo su sensibilidad para captar el sentir de las reses sirvió para reformar mataderos y ranchos en EE UU en defensa de una vida y una muerte menos dolorosa. Asimismo, creó una máquina para dar abrazos que se usa para niños autistas. El síndrome de Asperger es una «psicopatía autista». Podemos relacionarnos con la etiqueta o hacerlo con la persona. Si optamos por lo segundo podremos entrar en contacto con el ser humano e idealmente abrirnos camino hasta su alma. Todos tenemos un mundo interior. Todos tenemos dificultades para lidiar con nuestras emociones, o para habérnoslas con la vida cotidiana. Estamos tan acostumbrados a «etiquetar», que a menudo olvidamos que existen otras formas de vida, otras maneras de observar la realidad y de relacionarnos con ella. Gracias a Temple Granding el mundo supo que «había alguien dentro de un autista, alguien con emociones, con una gran inteligencia y una sensibilidad extraordinaria». Es lo que tiene vivir tanto dentro, retirado de las distracciones del mundo externo, el alma se engrandece. El ser humano a veces es un gran desconocido para el ser humano. Y, dado que estamos acostumbrados a tener «protocolos» de actuación para todo, cuando no hay un manual para relacionarnos con un semejante nos frustramos. En vez de enfocar el autismo o el síndrome de Asperger como un problema, mejor sería hacerlo como una oportunidad para explorar otro tipo de universo interior existente en algunos seres humanos. No todos somos «normales». En verdad, ¿qué es ser normal?