Martín Prieto
«¡Viva Chile, mierda!»
Antes de que me expulsaran del país me sorprendió en Santiago que el grito patriótico (de todos) fuera el de este título, y no por afición a la escatología sino en recuerdo del grito de ataque de un oficial chileno contra un bastión peruano durante la Guerra del Pacífico o Guerra del Guano (l879-l883), cuya principal consecuencia es que Bolivia quedara sin salida al océano, lo que rencorosamente recuerdan manteniendo un Ministerio de Marina. Los socialistas chilenos no han renunciado al análisis marxista, y en sus manifestaciones contra la dictadura me sorprendió que corrieran ante los Carabineros (la cuarta Arma) cantando «La marsellesa» y no la «Internacional». Nuestras feministas acaso estén extrañadas de que en el país largo y estrecho, en el fín del mundo,compitan por la Presidencia las señoras Bachelet y Matthei, acreditadas cabezas del centro-izquierda y centro-derecha, que son menos de izquierdas y menos de derechas de lo que parecen. La mujer chilena, excluyendo a la mayoría culturalmente desahuciada, tiene un peso específico social y político que no necesita de cuotas de género o discriminaciones positivas. Ambas son amigas de la infancia, y lo siguen siendo, aunque la una es huérfana de la otra. Hijas de comodoros de la Fuerza Aérea, Bachelet murió en la prisión que dirigía Matthei. Mientras en España seguimos debatiendo quién asesinó a quién en l936, los chilenos han sabido salir de su dictadura con más sentido común, y en el restaurado Palacio de la Moneda ni las alternantes derechas e izquierdas se han planteado jamás azuzar ninguna memoria histórica. Gobernará Bachelet porque en Chile hay algo más que abismos entre ricos y «rotos»; existe una inmovilidad social pétrea, con su clasismo incorporado. No han de sorprender las protestas de los estudiantes chilenos porque tienen la segunda enseñanza más cara del mundo, municipalizada y desuniversalizada. Aunque en Europa la vean radical, Bachelet es una socialista moderada capaz de asumir los argumentos de la economía liberal . Nuestra izquierda debería visitar más a esta mujer.
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