Ely del Valle
Vuelven a derrapar
Ahora resulta que los que gobiernan son los obispos. Eso es lo que viene a decir el PSOE al pedir el cese del concordato con la Iglesia si el Gobierno reforma la ley del aborto, como si los católicos fuesen los únicos que la piden o la curia romana la que tuviera en su mano la decisión final. Una cosa es que la iglesia esté en contra del aborto, como lo están otros muchos votantes ajenos a cualquier doctrina, y otra muy distinta, el dinero que los españoles destinan voluntariamente al sostenimiento del patrimonio de la Iglesia ––del que disfrutamos todos al margen de nuestras creencias– y a su obra social que mantiene, sólo a través de Cáritas, a un 174% más de personas que hace dos años. Que yo sepa, la Iglesia católica dicta una serie de normas para aquellos que profesan su fe, y como cualquier hijo de vecino, sus representantes tienen libertad para pedir lo que consideran que es mejor para la sociedad. Si da la casualidad que desde un gobierno elegido por una amplísima mayoría se toman decisiones que coinciden con lo que ella propugna, habrá que acatarlas, como todo lo demás. Según la extrañísima lógica socialista, si sube la gasolina habrá que pedir el fin del plan PIVE para la compra de vehículos, y con la introducción de la asignatura de educación para la ciudadanía, lo que debería de haber hecho el PP es pedir la supresión de la educación pública. Me gustaría saber la cara que habría puesto la secretaria de organización del PSOE si cuando Zapatero aprobó los matrimonios homosexuales, la Iglesia hubiera bramado en contra de las subvenciones a su partido. Yo no sé como se llama semejante salida de pata de banco en la tierra de Elena Valenciano. En la mía se le conoce como confundir el culo con las témporas.
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